LA MADERA, EL RECURSO FUNDAMENTAL DE UN IMPERIO
La madera, en cierto sentido, fue el equivalente al petróleo para toda una época.
Los recursos madereros, los bosques, podían representar la posibilidad de la supremacía de una corona o una nación. Incluso la leña que producían las podas tenía un valor estratégico a la hora de producir artillería, armas blancas, clavazón y otros pertrechos para los que el Rey tenía total preferencia en su compra (1).
Para la construcción de un navío de grandes proporciones, como por ejemplo la nave almiranta de la armada de 1588, el galeón portugués San Martín, se empleó el equivalente a unos 2.500 árboles adultos, lo que significaba la tala de unas 16 hectáreas de bosque de robles, bosque que tardaría entre 75 y 100 años en ser de nuevo maderable para la construcción naval (2).
Hacia 1585, la flota española (incluyendo la pesquera, la mercante y la armada) podría estimarse en unas 300.000 toneladas, lo que supone unos tres millones de metros cúbicos de madera labrada. A razón de cincuenta árboles aptos para la construcción naval por hectárea, los navíos de la corona habían consumido 120.000 hectáreas de bosque (3), el equivalente al doble de la superficie de la ciudad de Madrid.
La valoración del bosque como granja de caza cambia en el siglo XVI para ser ahora objeto de consideración como un interés estratégico de vital importancia.
LAS PRIMERAS PROTECCIONES AL BOSQUE
El monte se comienza a cuidar y a explotar como recurso, a pesar de los grandes desmanes que todavía en ese tiempo se producían con él.
«V.M. debe mandar que se cumpla y ejecute con mucho cuidado lo que V.M. tiene proveído y mandado acerca del plantar y conservar los montes en las dichas costas, porque están ya muy gastados de madera y tablazón, y si en esto no hay remedio, será de gran inconveniente.» (4)
A pesar de todo, si bien durante el último tercio del XVI se dictaron numerosas ordenanzas relativas a la defensa de los bosques destinados a la construcción naval, la eficacia de las mismas era dudosa, ya que las actividades ilegales de tala y exportación de madera fueron comunes en el periodo.
Se creó, así pues, la figura del «superintendente de fábrica de navíos y plantíos», siendo el primero Cristóbal de Barros, encargado de la costa cantábrica desde 1563, aunque hubo otros encargados de Asturias, La Montaña, señorío de Vizcaya y Guipúzcoa y otras partes.
EXPLOTACIÓN E IMPORTACIÓN MADERERA EN LA CORONA HISPÁNICA
La obtención de gran parte de las piezas empleadas en la elaboración de un casco lo suficientemente sólido para afrontar una navegación atlántica era un arte que requería de fuertes maderas obtenidas de árboles crecidos en óptimas condiciones y esas eran más propicias de ser encontradas en los montes cantábricos (5). Así, Guarnizo, Santander, San Sebastián, Laredo, Castro Urdiales, Ribadeo o Portugalete, fueron las localizaciones elegidas para astilleros y carpinteros de ribera.
Este desarrollo fue muy importante para los imperios ibéricos, pioneros en la construcción de ese mundo atlántico de interacciones políticas, culturales, económicas y sociales cuyo mayor exponente eran las coronas de España y Portugal (6), estando esta última, recordemos, sobre la cabeza de Felipe II desde 1580.
La importancia de la calidad de la madera empleada para la construcción naval era esencial y por ello ya en 1551 se dispuso mediante Real Orden que los barcos destinados a la Carrera de Indias no pudiesen ser construídos con madera del sur peninsular.
También, en una cédula de 1593, se explica que la prohibición de que naves andaluzas fuesen a la flota de Indias se debía a que la madera de pino al secarse desprendía los clavos, aflojaba los pernos y originaba que el casco se abriera. (7)
La madera entró en un proceso dinámico y evolutivo de control, monopolización, almacenamiento, transporte y distribución por parte de las élites financieras relacionadas fuertemente con los círculos del imperio. (8)
En 1547 una ordenanza real dice que: «Quien en Guipúzcoa o Vizcaya corte un árbol, ponga o plante dos previamente». (9)
En 1574 se establecieron «cuotas de robles» que debían plantarse anualmente en las localidades peninsulares norteñas a dos leguas del mar o de río navegable para transportar madera.
La importancia de la madera de roble es tal como para que, según una fuente (10), la armada de 1588 tenía orden de que, a no ser capaz de conquistar el país, debía (al menos) asegurarse de no dejar un árbol en pie del robledal de Gloucestershire.
Existían también, no obstante, maderas óptimas para la industria naval en zonas como el Pirineo Central, aunque eran prácticamente inutilizables por su falta de comunicación efectiva con los astilleros en producción.
También se importaba pino de mucha mejor calidad que el peninsular. Así, mediante el comercio de los Países Bálticos, se importaban los codiciados pinos de Riga para arboladuras o el alquitrán de Finlandia (11), pero también duelas y tablas curvadas de roble de Noruega y Suecia, para lo cual Inglaterra era un magnífico y esencial intermediario.
De ultramar se traía guayacán, caoba, cedro y teca.
LA CONSTRUCCIÓN DE LA GRAN ARMADA Y EL «ASIENTO»
Para la monarquía española, era tal la carencia de barcos en su futuro intento de derrocar a Isabel I que ésta intentó vetar a Felipe II, no sólo la importación de maderas, sino también la de navíos construidos por la corona inglesa y por sus particulares. De hecho, el embargo de naves fue la tónica general a la hora de ensamblar la armada de 1588, la conocida como «Invencible» en la que tan sólo un 51% de su capacidad de transporte (12) fue de construcción peninsular (entendiendo como peninsulares las coronas de Portugal y de España).
De hecho, la intensificación de las plantaciones de robles en toda la Cornisa Cantábrica, a lo largo de una franja de 12 kilómetros de ancho desde la costa, mantenida con rigor desde 1563 (13), no pudo abastecer la construcción de ninguno de los navíos participantes en la empresa de 1588.
El resto de tonelaje desplazado, prácticamente la mitad de él, estuvo en manos de navíos de construcción croata, italiana, alemana, de Países Bajos, Francia e incluso Inglaterra. (14)
La corona Hispánica no disponía de una «Armada» tal y como hoy la entendemos, es decir, navíos construidos y armados para tal fin, sino que en momento de necesidad la mayor parte de las naves eran embargadas, requisadas o alquiladas a sus propietarios y artilladas para acometer una acción bélica, además de dotadas de los marinos y soldados necesarios para llevarla a cabo.
Este denominado «asiento», lejos de ser excepcional para la armada de 1588, fue un recurso crónico para la corona Hispánica. Así, de la expedición a las Azores de 1583, sólo tres de los treinta y cinco navíos que tomaron parte en ella pertenecían al rey; en el llamado «socorro de Kinsale» (Irlanda) de 1601, de las treinta y tres naves que salieron desde Lisboa, trece eran de propiedad real y veinte de particulares. (15)
De hecho, esta circunstancia, tuvo como consecuencia el desarrollo del llamado «asentista», es decir, el empresario con suficiente poder económico para construir naves con la misión de alquilarlas a la corona, lo que se simultaneó con un impulso en la construcción naval por parte de la hacienda real a partir de finales de la década de los 70 del siglo XVI.
Durante el reinado de Felipe II se sostuvo la polémica de si la armada debía de ser construida por la administración o formada mediante el «asiento». En esta controversia, grandes marinos como Juan Martínez de Recalde (propietario de navíos, por cierto) ofrecían argumentos favorables a que el empresario particular proveyese a la armada, mientras otros como Cristóbal de Barros alegaban que los empresarios navales intentaban ahorrar utilizando peores materiales en la construcción.
En definitiva, bosques e imperio son realidades que se reflejan en el trasfondo económico y medioambiental de la historia, a los que unir los fenómenos de comercio, así como la transferencia de tecnología, todo ello claves para comprender la evolución de la construcción del barco ibérico (16) y un uso de la madera que dejó una huella indeleble, tanto en la arqueología como en la tradición oral que ésta dejó en Inglaterra e Irlanda acerca de la armada de 1588.
MADERA Y ARMADA. EL MITO DE LA DESPOBLACIÓN EN ESPAÑA
Gracias a la tradición popular, los bosques y la Armada están, incluso hoy en día, indisolublemente unidos. No obstante, prácticamente cualquier región, provincia o pueblo sigue culpando a la construcción de esta armada la esquimalción de sus recursos naturales.
Así, por ejemplo, Los Monegros, un desierto provocado por la transformación del terreno para el pastoreo y el aprovechamiento de la leña ya era una tierra desértica en la década de 1580.
Achacar a la construcción de «La Invencible» la desaparición de la masa forestal se convirtió en leyenda en lugares tan alejados unos de otros como Muniellos (Asturias), la Sierra de Ascoy en Cieza (Murcia), la Sierra Salinas en Yecla (Murcia), la Laguna Negra en Soria, los bosques de pinsapos de Grazalema (Cádiz), el bosque de Perales de Alfama (Teruel), La Cota (León), la Sierra de Segura (Jaén) o Mondariz (Pontevedra) donde, precisamente, existe un roble llamado «El carballo da Armada», superviviente (según la tradición local) de la tala para esta armada gracias a la oposición que ejerció el pueblo para conseguir que este ejemplar sobreviviese.
EL MITO EN INGLATERRA E IRLANDA
Aparte del patrimonio documentado histórica o científicamente, Inglaterra e Irlanda han atesorado tradiciones acerca de objetos y construcciones de madera que, algunos de dudosa certeza, no dejan de ser una parte más del legado de la Armada Invencible en esos países después de más de cuatrocientos años.
ÁRBOLES
En Irlanda, la leyenda del árbol más famoso por su relación con esta armada fue «the Armada tree”, un castaño centenario que creció desde el siglo XVI en el cementerio de la iglesia de St. Patrick’s (Carncastle, Irlanda del Norte) y que brotó (según la leyenda) de la castaña que un náufrago de la Armada guardaba en su bolsillo.
El 28 de octubre de 1588 La Girona, galeaza de la Gran Armada naufragó en Lacada Point (Irlanda del Norte) provocando la muerte a al menos 1.100 marinos, soldados y nobles.
Debió de pertenecer a este naufragio el hombre cuyo cadáver (según la tradición) fue a dar en la playa de Ballygaly y que fue enterrado en el cementerio de la pequeña iglesia de St. Patrick’s.
Las castañas que llevó en su bolsillo (posiblemente como remedio contra el escorbuto que amenazaba a las tripulaciones marítimas del siglo XVI) hicieron el resto y el castaño brotó.
Este árbol, proclamado uno de los seis árboles antiguos más significativos del Norte de Irlanda en 2017 por el North Ireland Woodland Trust, y al que los estudios realizados dataron su nacimiento en el siglo XVI, se venció por su propio peso el 29 de junio de 2020. La madera del mismo la recogió el artesano Gerard Gray con el propósito de realizar una obra que recordase la historia de este monumento natural.
MUEBLES, SALAS Y PUBS.
EL LEGADO DE MADERA EN INGLATERRA
LA SALA DE LA ARMADA
En Haslington Hall (Cheshire, Inglaterra) antigua propiedad de la familia Vernon, una de sus salas denominada «Armada» pasa por estar construida con la madera de alguno de los barcos de ésta que acabaron sus días en Inglaterra (Nuestra Señora del Rosario, la San Pedro el mayor o la San Salvador).
EL PÚLPITO DE COCKINGTON COURT
Algo parecido se cuenta sobre el púlpito de la iglesia de la mansión de Cockington Court, en el condado de Devon. Se cree que el púlpito fue arrastrado a la bahía y llevado al Spanish Barn, donde permaneció intacto durante siglos antes de ser instalado en Cockington. Unos dicen que era desde donde predicaba algún religioso a bordo y otros, que era la cofa, aunque lo verdaderamente probable es que no sea verdad ni una cosa, ni la otra.
AULAS DEL COLEGIO DE TIVERTON
Todavía hoy, la página web del Blundell’s School de Tiverton (17) menciona que la tradición atribuye la madera con la que se construyeron algunas de sus aulas a algún navío de la Armada. Algo improbable, también según el mismo colegio, cuyos orígenes se remontan a 1604.
LA GALERÍA DE ST. SAVIOUR’S
En Dartmouth, en la iglesia de St. Saviour’s, el fondo oeste de la iglesia lo ocupa una gran galería decorada con escudos. El quinto desde la izquierda pertenece a John Hawkins y el sexto es el de otro héroe naval, Sir Francis Drake. También la tradición oral mantiene que esta galería está hecha con maderas de un barco español capturado en la invasión armada de 1588, aunque la galería en sí fue construida en 1633.
EL PUB MINERVA INN
Hasta el mismo pub Minerva Inn de Plymouth, construido en el siglo XVI y colindante con una de las casas de Francis Drake, pasa por tener elementos de madera (como sus escaleras) procedentes de alguno de los navíos de la armada de 1588.
LAS CÓMODAS DE DEVON
Sobre una colina de Padstow (Cornualles), el palacio histórico de Prideaux Place, construido en 1592, posee en su habitación Greenville una de estas cómodas (cuya historia avala la tradición familiar) y cuyo origen, como no, nos retrotrae a la armada de 1588.
En realidad, la tradición oral mezcla los orígenes de ésta y otras cómodas existentes en el condado mezclando su origen; bien como parte del mobiliario de la San Pedro el mayor, bien como elaboradas con posterioridad por algún carpintero superviviente que de su naufragio que acabó echando raíces en Inglaterra. (18)
LA POSADA THE VILLAGE EN THURLESTONE
En la posada The Village Inn de Thurlestone (también en Devon) se asegura que algunas de las maderas del San Pedro el Mayor fueron usadas en su construcción.
EL LEGADO EN IRLANDA
En Irlanda, el legado en madera de la Armada se nutre de algunos objetos que, aunque no puedan ser validados científicamente como pertenecientes a la misma, poseen una sólida tradición oral y algunos, hasta visos de su autenticidad.
LA TALLA DE STREEDAGH
Hoy extraviada, una talla en madera parece haber sido rescatada de los naufragios de Streedagh. Así lo recoge la obra «Captain Cuellar’s adventures in Connacht & Ulster A.D. 1588» de Hugh Allingham, publicada en 1897, que da por cierta la existencia de la talla de la cabeza de un león, que sujeta las armas de la corona, propiedad de un vecino de Sligo llamado J.P. Simon Cullen.
Más tarde, parece haber estado en el castillo de Classiebawn, una preciosa casa de campo construida para el tercer vizconde de Palmerston (1784-1865) , más tarde residencia de verano de Lord Mountbatten y actualmente habitado por Mrs. Caroline Devine.
Esta imagen recogida en el libro, lleva como armas de la corona el escudo de los Reyes Católicos antes de la toma de Granada (1492), algo a todas luces impropio y anacrónico a lo que hay que sumar que ninguno de los tres navíos naufragados en Streedagh eran de propiedad real. Sin embargo, guarda ciertas similitudes con las tallas que se atribuyeron al naufragio de la San Esteban y que se utilizaron para elaborar la «mesa de la Armada», lo que propicia el atribuirla a una falsificación interesada.
LA MESA DE LA ARMADA
Con casi tres metros de largo, el tablero (de construcción posterior) está hecho de roble y maderas duras tropicales y se soporta sobre un friso de una docena de cabezas talladas, con cuatro soportes de leones heráldicos esculpidos y dos figuras de La Esperanza y La Caridad, que originalmente adornaron la popa del San Esteban.
Estas tallas, según la tradición, fueron rescatadas de las costas de Clare por el alto sheriff del condado Turlough O’ Brien y éste las convirtió en una gran mesa de refectorio.
La mesa de la Armada, descrita como la más importante pieza mueble del siglo XVI en Irlanda, está bien documentada y estuvo en el Castillo Dromoland, hogar del clan O’Brien, durante más de 300 años hasta que fue trasladada al Castillo de Bunratty (en el condado de Limerick) en la década de 1960. La precaria situación financiera de sus propietarios, los O ‘Brien, les obligó a ponerla en venta.
Declarada como inexportable, se subastó el 15 de octubre de 2018 y se adjudicó a un comprador telefónico anónimo por un importe de 430.000 euros.
LA PUERTA DE LA ARMADA
Exhibida en el Museo de Clare y atribuida al San Marcos, fue encontrada después de su naufragio en Spanish Point y guardada durante generaciones como “the Armada door”, hasta que fue instalada en el Clare Museum.
Construida en madera, bien pudo ser rescatada tal cual se conserva o bien tratarse de un aprovechamiento de uno de los restos del San Marcos para convertirlo en puerta posteriormente. En cualquier caso, esta puerta ha sido siempre considerada como auténtica para lo que, de nuevo, no existe ninguna prueba documental.
MADERA BAJO EL MAR. EL PATRIMONIO SUMERGIDO Y REAL
Seis pecios de la armada de 1588 han sido localizados hasta hoy en Irlanda. Así, el caso de La Lavia, La Juliana, La Santa María de Visón, la Santa María de la Rosa o La Trinidad Valencera, excavados por arqueólogos submarinos como Colin Martin, Connie Kelleher, Fionnbarr Moore y Karl Brady o el de La Girona, expoliada por el cazatesoros belga Robert Sténuit.
Bajo las aguas de la costa irlandesa, donde alrededor de veinticuatro embarcaciones naufragaron, las seis localizadas son custodiadas ahora tanto por el National Monuments Service’s Underwater Arqueology Unit (UAU), como por aficionados locales al submarinismo como los miembros del City of Derry Sub Aqua Club o el Sligo Sub Aqua Club, aficionados locales cuya labor de prospección y vigilancia de un tesoro que consideran propio es encomiable.
Un apartado especial, en este caso en Escocia, es el del San Juan de Sicilia que permanece hundido en la Bahía de Tobermory y cuyo tesoro mítico hizo que sus restos fuesen destrozados en su búsqueda y cuyos derechos de explotación (si es que queda algo de él) pertenecen a la familia Campbell desde 1641.
A pesar de que la madera se conserva mucho mejor en el lecho marino que sometida al ambiente terrestre, de estos naufragios se han extraído saleros, peines, ruedas de artillería, poleas y hasta el mástil de un laúd, todos fabricados en madera que nos conectan con una época pretérita y épica.
Estos objetos pueden ser hoy contemplados en lugares como el Inishowen Maritime Museum, el Derry’s Tower Museum, el National Museum of Ireland o el Ulster Museum donde, en varios de ellos, la Armada es uno de sus reclamos más importantes.
Los bosques y su madera, materia tangible que nos conecta con la Historia y sus protagonistas.
«Ir y quedarse, y con quedar partirse,
partir sin alma y ir con alma ajena,
oír la dulce voz de una sirena
y no poder del árbol desasirse.»Lope de Vega. Soldado de la armada de 1588.
Con nuestro agradecimiento a la doctora Ana Crespo Solana, Investigadora Científica del CSIC y coordinadora del proyecto Forseadiscovery, dedicado a estudiar los recursos forestales de los imperios ibéricos, por el aporte de buena parte de la bibliografía necesaria para elaborar la parte científica este artículo.
NOTAS
«A la mar madera». María Jesús Melero Guillo. Andalucía América y el mar: Actas de las IX Jornadas de Andalucía y América (Universidad de Santa María de la Rábida, Octubre 1989) / coord. por Bibiano Torres Ramírez, 1991.
2 Ibidem.
3 «Astilleros y construcción naval en la España anterior a la Ilustración». Francisco Fernández Izquierdo. Jornadas de Historia Marítima. Fundación Dialnet, 1989.
4 «Discurso del capitán Sancho de Achiniega de lo que S.M. debe mandar en la costa de Vizcaya para que haya número de naos y navíos en aquellas costas». Año 1578. Cesáreo Fernández Duro. «Armada Española. Desde la unión de los Reinos de Castilla y Aragón» (Vol. II, edición facsímil). Servicio de Publicaciones de la Facultad de derecho; Universidad Complutense, Madrid 1994.
5 Martínez González, Alfredo José. Masas forestales para las Armadas: las áreas jurisdiccionales de montes y plantíos (siglos XVI-XVIII). Naveg@mérica. Revista electrónica editada por la Asociación Española de Americanistas [en línea]. 2015 n.14. Disponible en: http://revistas.um.es/navegamerica. [Consulta: 12 de abril de 2014]. ISSN 1989-211X.
6 Crespo Solana, Ana. Revista PH Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico N.º 96, febrero 2019.
7 «Comercio español con América en la época de Felipe II». Eufemio Lorenzo Sanz. Institución Cultural Simancas. Valladolid, 1980.
8 Ibidem.
9 «La propiedad forestal en España» https://www.mapa.gob.es/ministerio/pags/Biblioteca/Revistas/pdf_reas%2Fr049_01.pdf. Consultada el 27 de abril de 2024.
10 «Sylva, or A Discourse of Forest-Trees and the Propagation of Timber in His Majesty’s Dominions». Royal Society. Inglaterra, 1664.
11 «Supporting the Armadas. Sweden as Spain’s naval subcontractor (1571-1598) ». A. Jorge Aguilera y Mikko Huhtamies. Actas del Congreso de Cartagena sobre la armada de 1588 y la contra armada inglesa de 1589, Cartagena 2019. Ed. Ministerio de Cultura y Deporte, 2021.
12 Unos 26.500 toneles machos.
13 «La construcción naval atlántica española del siglo XVI y la armada de 1588». José Luis Casado Soto. Revista de Historia Naval. Armada Española, 1989.
14 Referencias a los países actuales, no a los existentes en 1588.
15 «La armada de los Austrias». Magdalena de Pazzis Pi Corrales. Publicaciones de la Sociedad Económica de Amigos del País. Valencia, 2001.
16 «La construcción naval y el comercio de la madera del siglo XVI al XVIII.» Ana Crespo Solana. www.iaph.es/revistaph/index.php/revistaph/article/view/4279. ForSEAdiscovery: Revista PH del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico N.º 96 febrero 2019.
17 «Victoria póstuma de la Armada Invencible: recuerdos y fantasías en las islas británicas (2)». José Luis Garrosa Gude. Centro Virtual Cervantes. Instituto Cervantes, 2017.
18 No obstante, apellidos del condado como el de los «Braund», se consideran descendientes de uno de estos náufragos
Muy interesante, curioso y enriquecedor. Gracias por el artículo!
Muchas gracias, Carmen. Me alegra mucho que te haya gustado.
Un abrazo y gracias por seguirnos.
Es asombroso como permanece la huella de la Armada después de 400 años en los irlandeses e ingleses ,en su patrimonio,como lo cuidan y conservan.Me parece que les interesa más que a los propios españoles ,lo tienen más presente.
Es cierto, Isabel. El legado de esta Armada es impresionante ¡Gracias por seguirnos y leernos! Un abrazo.
Muchas gracias por compartirnos este buen trabajo me ha gustado mucho y si no te importa que voy a contar una anécdota al respecto:
En mi juventud rondaba por aqui por Cádiz y provincia la leyenda de que los mástiles para los barcos de la Gran Armada salieron en la mayoría de los Pinsapos que tenemos en la Sierra de Grazalema que como sabrás descienden de los abetos centroeuropeos que formaban grandes bosques en las épocas glaciares y que actualmente sólo se encuentran en este lugar tan al sur de Europa, y son árboles robustos y grandes con un tronco recto muy propicio para servir en la arboladura de aquellos buques, pero veo que sólo era eso, una leyenda.
Saludos y muchas gracias.
Gracias a ti, José L. Me apunto esa nueva leyenda sobre los bosques de la Armada que desconocía. Un cordial saludo.
Tengo en en mi casa una copia de un cuadro de La Armada Invencible que mi padre compro en un anticuario en Madrid.
Es de un cuadro de Hendrik Cornelisz Vroom (1596) de un combate naval que he localizado en «internet» en varias páginas de posters de cuadros de ese pintor.
Lo titulan como el «combate en la bahía de Cádiz por los ingleses en la toma de esa ciudad.
Mi padre, que de esas cosas entendía algo, decía que era del combate de La Armada Invencible en el Canal de la Mancha, por el conjunto de barcos que salen y el paisaje rocoso que del fondo del cuadro, una ¿isla? blanca fortificada, quizás la de Wight, u otro punto de rocas blancas del Cretácico del canal; dado que en Cádiz no hay relieves fuertes de rocas blancas parecidos en la costa. El original no se en que museo está.
Si me indica una dirección de correo le puedo mandar una fotografía de «mi» cuadro. Es un oleo grande quizás de la primera mitad del siglo pasado.
¡Qué interesante, Carlos! Puedes mandarme esa imagen a capitan@armadainvencible.org a ver si te puedo echar una mano. un abrazo.
Interesante , curioso y poco conocido .
Gracias
Muchas gracias, Mari carmen. Un abrazo.
Lo he encontrado de mucha utilidad dada la intención de mi proyecto, que creo no acabaré, de una biografía del Rey Felipe II. Como es lógico cada artículo
de estas características me viene de perlas. Gracias muchas.
Me alegro mucho, Juan José. Ánimo, y a por esa biografía. Un cordial saludo.
Que pena que los españoles no sepamos (o queramos) presumir de nuestros hechos histórico, y solo gracias a unos pocos pero animados investigadores y divulgadores nos enteremos de estas interesantes circunstancias.
Ánimo y a seguir investigando y divulgando estas cosas para ilustrarnos y poder presumir orgulloso de nuestros antepasados.
Me gustó el artículo y enhorabuena.
Muchas gracias, Justino.
La verdad es que esta armada tenía mala fama y nadie se ocupaba de ella. Hay que narrar las victorias, pero también los fiascos y decepciones. Los participantes de ambas experiencias tienen el mismo derecho a permanecer en el recuerdo y en la Historia. Un abrazo.
Muchas gracias por compartirnos este buen trabajo me ha gustado mucho y si no te importa que voy a contar una anécdota al respecto:
En mi juventud rondaba por aqui por Cádiz y provincia la leyenda de que los mástiles para los barcos de la Gran Armada salieron en la mayoría de los Pinsapos que tenemos en la Sierra de Grazalema que como sabrás descienden de los abetos centroeuropeos que formaban grandes bosques en las épocas glaciares y que actualmente sólo se encuentran en este lugar tan al sur de Europa, y son árboles robustos y grandes con un tronco recto muy propicio para servir en la arboladura de aquellos buques, pero veo que sólo era eso, una leyenda.
Saludos y muchas gracias.
Muchas Gracias Pedro Luis por compartir este artículo con todos los que amamos la historia y en especial la de La Gran Armada.
Es muy interesante.
Muchas gracias, José Miguel. Un abrazo y gracias por seguirnos y leernos.
Magnífico artículo
Enhorabuena por la manera divulgativa a la vez que muy seria, de la información expuesta. También por mostrar los mitos acerca de la madera de la Armada Española. Un gran trabajo.
Sería estupendo enlazarlo o publicar un resumen, o que apareciera en una entrrevista para la revista digital de Divulgadores de la Historia. Por mi parte, lo enlazaré en mi blog, con tu permiso.
Muchas gracias, Carmen. Tienes mi permiso. Un cordial saludo.
Hace unos cinco años, visitando la costa de Cornualles, me llamó la atención un edificio en la localidad de Looe en el que una placa de un restaurante, que databa del siglo XV, indicaba que había sido restaurado con madera proveniente de los buques de la Armada Española. Teniendo en cuenta el relato de la historiografía británica, no sé hasta qué punto se puede dar credibilidad a la procedencia de los materiales con los que dice haber sido restaurado.
¡Hola, Alfredo! Muchas gracias por el dato, que desconocía. Actualizaré éste con esta nueva aportación. Buscando en Google, efectivamente el Osborne House de Looe «vende» esa leyenda como propia.
Esta edificio dicen que data de alrededor de unos 60-80 años posterior al episodio de la Armada de 1588 y para poner más en duda que su madera sea de un barco de ésta armada, ninguno de nuestros barcos naufragó en las costas de Cornualles. Yo creo, casi con toda seguridad, que es una leyenda.
Te reitero mi agradecimiento. Un abrazo.
Muchas gracias por la respuesta. Te he enviado por correo electrónico las fotos que saqué de dicho edificio. Un abrazo.
¡Gracias a ti! Un abrazo.