La tremenda importancia dada al ataque de Drake a Cádiz en su expedición de 1587 no es más que otra de las leyendas negras difundidas por la historiografía inglesa. Antonio Luis Gómez Beltrán, uno de los mayores historiadores sobre la Gran Armada, la desmonta en exclusiva para nosotros en este artículo.
(Este es un abreviado de un capítulo del libro: “Los Mitos de la Invencible. La Gran Armada de 1588”, de Don Antonio Luis Gómez Beltrán, pendiente de publicar).
1587, La expedición del pirata Francis Drake a Cádiz
Existe el estado de opinión, muy difundido en la historiografía inglesa y arrastrado por ciertos divulgadores, que la acción realizada en la primavera de 1587 por la marina inglesa en Cádiz, al mando de Drake, obstaculizó y atrasó la campaña prevista para otoño de 1587 de la Gran Armada según el diseño del plan de Juan de Zúñiga.

Dicho estado de opinión se fundamenta en la destrucción de duelas y aros para la construcción de pipas (tonel o barrica para contener líquidos fabricada con duelas de madera y aros metálicos) de las que la armada de Andalucía (que se reunía en Cádiz) era acreedora, pues sin este contenedor las vituallas, en especial el vino, agua y vinagre, no podían transportarse.
Recordemos que la denominada armada de Andalucía era el conjunto de naves y navíos que se reunían en Cádiz al amparo de la gestión del duque de Medina Sidonia y del proveedor general del Consejo de Hacienda, Antonio de Guevara, además de otros gestores de otras disciplinas y de menor rango.
Esta agrupación naval debía trasportar la mayor parte de la infantería a embarcar para la campaña y una buena cantidad de bastimentos con destino a Lisboa, donde el Marqués de Santa Cruz preparaba el operativo naval de la Empresa de Inglaterra.
A finales de abril de 1587, una flota de 28 (1) naves inglesas al mando del pirata Francis Drake atacaba la bahía y puerto de Cádiz durante dos días, consiguiendo quemar y apresar una serie de barcos que se alistaban con diferentes destinos.

A continuación, Drake se dirigió desde Cádiz al Algarve portugués donde desembarcando en el cabo de San Vicente y tomando el castillo de Sagres (entre otros), acampó durante cierto tiempo a sus anchas.
Durante este lapso interrumpió el tráfico ordinario de cabotaje y la actividad pesquera, apresando un sinnúmero de navíos cargados con duelas y aros para la fabricación de pipas, siempre en atención a los informes elaborados por el propio Drake, Thomas Fenner o William Borough.
Los siguientes movimientos de la flota inglesa se dirigieron a Lisboa, retorno al cabo de San Vicente y posterior derrotero al norte, durante cuyo trayecto una tormenta dispersó a la flota de modo que unos fueron sobre las costas de Galicia, los que menos a Inglaterra y los otros divididos en dos grupos inconexos recayeron sobre las Azores, al punto que Drake pudo apresar la carraca San Felipe (verdadero triunfo comercial de esta empresa público-privada orquestada por el Consejo de la reina Isabel I).
Un éxito militar según los ingleses
Para Robert Hutchinson (“La Armada Invencible”. Pasado & Presente, noviembre 2013) los ingleses:
“asestaron un golpe especialmente importante al destruir el suministro de todo un año de aros de hierro y duelas de madera para la fabricación de barriles. Esto resultó ser todo un desastre táctico para la Armada….”, continúa este mismo divulgador: (2)
“Según el cálculo oficial de los daños, los españoles perdieron veinticuatro naves, valoradas en 172.000 ducados…”. (3)
Lo que no dice Hutchinson es que únicamente 17.426 de estos ducados pertenecían a la corona española con vínculos a la Empresa de Inglaterra, el resto, hasta el total, correspondía a mercaderes venecianos, genoveses, franceses y otros que comerciaban y/o tenían su base en Cádiz y cuyos territorios no estaban en guerra con Inglaterra.

Además, para avalar lo anterior, Hutchinson cita al corpus documental de Herrera Oria (La Armada Invencible): documento 14bis. Esto solo es anecdótico, pero el 14bis no existe en el cuerpo documental y su “homólogo” el XIV no tiene nada que ver con el asunto.
Los conocidos Geoffrey Parker y Colin Martin (La Gran Armada. La mayor flota jamás vista desde la creación del mundo. Editorial Planeta año 2011 primera edición) abundan en sus estados de opinión sobre este ataque de Drake a Cádiz: (4)
“Ciertamente, la pérdida de veinticuatro barcos constituía un serio revés –muchos de los veleros que más tarde navegarían con la Armada eran de calidad inferior a los perdidos en Cádiz– y la destrucción de las provisiones (en especial, como Drake había señalando, de los aros y duelas de los barriles) resultó desalentadora.”
Si bien, hay que reconocerlo, enmiendan parcialmente la plana dado que
“Había ya más que de sobra para el abastecimiento de una Armada formidable, y el acopio de barcos, hombres y municiones continuó a buen ritmo”.
Como se puede ver, hay dos situaciones contractuales de la actuación de la flota inglesa. Por un lado, el ataque a Cádiz por Drake con la destrucción y apresamiento de naves con vituallas y complementos y, por otro, la irrupción sobre el cabo de San Vicente con el supuesto corte de las líneas de comunicaciones y expolio de más de 100 naves y navíos cargados con duelas de madera y aros para la fabricación de pipas.
Pasaremos a analizar este último ítem.
En las costas del Algarve
En un primer intento fallido de tomar la ciudad de Lagos, Drake se trasladó a poniente asaltando la punta de Sagres y el cabo de San Vicente.
Después de varios días de saqueos y destrucción tomaron la vuelta de Lisboa, donde anduvieron desafiantes, pero sin establecer batalla con la armada que se aprestaba. No obstante Alonso de Bazán les hizo frente con las galeras allí concentradas.
Más tarde, volvieron a retornar al área del cabo de San Vicente donde se avituallaron principalmente de agua, y donde lograron despalmar varias naves.
A primeros de junio tomarán el derrotero de las Azores e Inglaterra, donde tras el saqueo de las islas del Fayal y Cuervo, apresarían la carraca San Felipe de las Indias Orientales, único rédito comercial de la operación público-privada.

El área del cabo de San Vicente y Punta de Sagres es una posición estratégica para el sostenimiento de las comunicaciones, sobre todo para la navegación de cabotaje, entre la fachada oeste atlántica portuguesa y el sur de cara al golfo de las Yeguas (el gran golfo que separa la Península de las Islas Canarias)
A ambos lados existen puertos naturales que son aprovechados por las embarcaciones menores a la espera del cambio de viento que posibilite su tránsito y tomar la vuelta de Cádiz o viceversa. Además, eran utilizados como refugio ante la presencia de piratas, sobre todo berberiscos, pues su configuración natural y la existencia de dos castillos en sus vértices ofrecían la protección necesaria.

Esta área era muy frecuentada por la Escuadra de Galeras de España por este motivo. Normalmente las rutas de grandes naves se hacían más al interior y se apoyaban en estos puntos para trazar sus derroteros.
Así que cuando Drake irrumpió tomando el lugar, había una nutrida representación de embarcaciones de cabotaje fondeadas que sucumbieron al envite pirata.
Además, en los dos periodos de estancia, apresaron a otra serie de navíos que por desconocimiento de la situación tomaron esos derroteros (el relato exhaustivo de esta campaña será objeto de otro capítulo). Vayamos ahora a lo que interesa, los réditos materiales y estratégicos de la situación creada y su valoración.
Pero, ¿Fue entonces el ataque de Drake un éxito?
A nadie sorprenderá si afirmo la tendencia natural de los combatientes ingleses, en espacial los marinos, en exagerar sus triunfos.
Cosa muy consolidada en este personaje, fanfarrón y petulante de Drake, tal y como da a entender uno de sus biógrafos, Harry Kellsey (5).
A finales de mayo, en su segunda estancia en San Vicente, Drake escribía su parte de campaña (6) a Francis Walsyngham (secretario principal de la reina Isabel I). En este manifestaba:
“…han tenido lugar diversos combates entre los españoles y portugueses y nosotros, en los cuales Dios ha permitido que apresásemos fuertes, navíos, embarcaciones, carabelas y otras varias naves, más de un centenar, la mayor parte cargadas, algunas con remos para las galeras, tablones y maderamen para navíos y pinazas, aros y duelas de barril, y otros muchos pertrechos para esta gran armada.”

Añadiendo que: “los aros y duelas pesaban más de 16 ó 17 cientos de toneladas, lo que no puede suponer menos de 25 ó 30 mil toneladas, si se hubiese tratado de barriles listos para cargar licores”, de modo que procedió a su destrucción mediante la quema.
Desde luego si estos valores son ciertos el impacto sobre los aprestos navales tuvieron que ser, no significativos, sino demoledores. Tanto como para anular el operativo o retrasarlo no se sabe cuánto.
En este sentido también se expresa Thomas Fenner (7), capitán del galeón Dreadnought de la reina, si bien aclara una serie de datos sobre el contexto.
Apresaron y quemaron “cuarenta y siete carabelas y embarcaciones, algunas de 20, 30, 40, 50 y algunas de 60 toneladas, cargadas de duelas de barril, aros, leñamen, remos y pertrechos similares”, además de un número aproximado de 60 embarcaciones de pescadores.

Al parecer, los éxitos más notables fueron un filibote procedente de Dunkerque de 150 toneladas con mercadería y otro, de la misma procedencia, de 140, cargado de maderas.
Pero quizás el más interesante sea el de William Borough, vicealmirante y segundo al mando de la escuadra inglesa, muy crítico con la actuación de Drake. Este indica en una de sus cartas (8):
“Desde entonces hemos apresado unos 28 o 30 navíos y embarcaciones, de los que uno era un filibote de Dunquerque, con mercancías de gran valor a bordo, con destino a San Lúcar, otro una pequeña urca de Holanda cargada de maderamen y pertrechos españoles procedentes de Galicia, con destino también a San Lúcar, y los dos de ellos siguen en nuestro poder. El resto eran pequeñas carabelas y embarcaciones entre 16 y 40 toneladas, la mayoría cargadas con duelas de barril, aros, maderamen, palos para remos y cargas similares de pequeño valor, y algunas no llevaban nada más que lastre.”
Y añade:
“…. además de cierto número de botes de pesca que encontramos cerca del cabo de Sagres, de los cuales algunos fueron conservados para usarse como botes de nuestros navíos y el resto fueron destruidos.”
Esto está escrito el 15 de junio a bordo del Golden Lion, otro galeón de la reina, anclado frente a la costa de Dover, en Inglaterra. Nada sospechoso de que quedase media campaña por desarrollar, ya que se hace a posteriori de la misma.

El exagerado pirata inglés
Como se ve, solo dos naves tenían cierta importancia; el resto eran naves pequeñas con escasa capacidad de carga, la que más de 60 toneladas inglesas, y recalco esto porque el observador inglés utilizaría su unidad de media para aforar las embarcaciones, que en el sistema español del XVI (9) esta representaría una nave de 55 toneladas y en el mejor de los casos con una capacidad portante de 50 toneles macho, tanto como 100 pipas.
Para un navío de unas 20 toneladas inglesas supondría una capacidad de 30 pipas. En el mejor de los casos entre 1.000 y 1.500 pipas destruidas (de 420 a 615 toneladas de carga de licores). No obstante, podemos hacer otra verificación.
Drake afirma quemar toneles con capacidad de carga de 25.000 toneladas en peso. Visto desde la óptica inglesa, se está refiriendo al tonel inglés de 252 galones, es decir 1147 kg. sin contar el recipiente.

Esas veinticinco mil toneladas supondrían 21.796 toneles ingleses; como estos eran más del doble de grande que la pipa usada en Andalucía, se estaría hablando de más de 40.000 pipas destruidas, para las que hubiesen hecho falta no menos de 400 embarcaciones de 60 toneladas inglesas.
Como vemos, ¡se quedaron cortos los ingleses tomando naves! La relación de los triunfos del pirata Drake ante sus amos es solo un alegato de méritos adulatorios de una operación comercial que hasta ahora estaba destinada al fracaso económico. ¡Menos mal que el 18 de junio apresó la carraca San Felipe cerca de las Azores!.
Pero lo que sí es cierto es que durante dos meses anduvo, retuvo y manifestó su presencia en una zona tan sensible para el tráfico hispano. Esto da a pensar que en algo tuvo que influenciar en los abastecimientos, aprestos navales y traslado de fuerzas.
Además, aunque ha quedado demostrado lo exagerado de las presas y cuantías, estas sí se produjeron afectando al comercio de cabotaje y pescadores de la zona, pero ¿cómo influyó en el operativo que preparaba el Marqués de Santa Cruz?
Las consecuencias reales de la expedición de Drake a Cádiz
Si se produjo un bache en el acopio de las pipas, sobre todo en su fabricación por la falta de aros y duelas, esto tuvo que verse reflejado en la contaduría y proveeduría de Andalucía y Lisboa y una cifra tan alta de apresamientos debería haber quedado registrada, sobre todo cuando el sistema administrativo español eran un fiel registro y reflejo de lo que sucedía en el Imperio.
El 25 de junio Felipe II escribía a Martín de Padilla (10), su capitán general de las Galeras de España, ya reincorporado a Cádiz después de su estancia y convalecencia en Málaga, dándole instrucciones de no salir a buscar al enemigo pues la seguridad de Cádiz es más importante que los sucesos del cabo San Vicente dado que, por el informe recibido de su gobernador del Algarve, Fernán Téllez de Meneses, el valor de lo apresado no tenía la consideración suficiente.
Es más, mientras estuviesen ahí entretenidos, la venida de la flota de Indias podría asegurarse con el apresto urgente que se hacía en Lisboa para ir a recibirla a las Azores y escoltarla a la península.
Con esta acción las intenciones de Drake son notorias: va a pretender expoliar el tráfico marítimo y quien sabe si enfrentarse en fuerza a la armada que se prepara en Andalucía.

De este modo el 18 de mayo el Rey escribe dando instrucciones al Duque de Medina Sidonia, donde manifestando su alivio por la flota de Indias, observa la consideración
“que podría estar allí para cortar el paso a lo que viene de Italia para Lisboa”. Así que desde este instante queda anulado el envío de convoyes desde Cádiz a Lisboa. (11)
¡De la inteligencia inglesa a la torpeza hispana!
En qué consistía el plan de Drake. Según su exposición (12):
“Ahora que estamos bien dotados de las provisiones necesarias, nuestra intención es (Dios mediante) interceptar la armada que debe provenir del Estrecho y de otras varias partes antes de que se reúna con las fuerzas del Rey, en el cumplimiento de lo cual no faltarán ni intenciones ni esfuerzos”.
La historiografía que encumbró a este pirata como exponente de las futuras tácticas revolucionarias a desarrollar en el verano del 1588, vió en las líneas anteriores una visión innovadora doctrinal naval que se adelantaba a la concepción hispana de la estrategia marítima.

Así Julian S. Corbett, quizá el mayor creador del mito Drake, no duda en declarar su profunda admiración por un marino que se adelanta en el tiempo y las formas. Para Corbett (13):
“Esto muestra que Drake no contemplaba su ataque al puerto de Cádiz como el principal objeto de la expedición, como se supone generalmente. Su visión era mucho más profunda y mucho más moderna. Evidentemente, lo que esperaba hacer era batir individualmente a las diversas escuadras españolas o, al menos, impedir su concentración en Lisboa”.
¡Evidentemente los hispanos se iban a dejar sorprender! Es cierto que el primer temor de la Casa de Contratación y los consejeros de Felipe II era que tomase como objetivo después de Cádiz la Flota de Indias, a fin de cuenta era el cordón umbilical que sostenía la Empresa de Inglaterra, la guerra de Flandes, la lucha contra los corsarios berberiscos, etc., etc.
Pero no, la flota inglesa prefería desangrarse en una cadena de batallas navales contra todo aquello que se moviese en las costas hispanas. Desde luego, a corto plazo y para una vez, el designio estratégico era lógico.

Esta iniciativa de Drake no sorprendió ni alteró el ritmo cardiaco del Marqués de Santa Cruz. Quizá para don Álvaro de Bazán (marino, táctico y estratega naval), hombre de su tiempo, innovador, luchador y primero en combatir en línea (14) con sus buques, la opción era clara, “estorbar que no se junte lo del Andalucía con esta armada”. (15)
Después de tener noticias de la arribada a cabo de San Vicente se lo hacía saber a Felipe II en carta del 14 de mayo, y este daba las órdenes oportunas para que se aprestara la armada del Marqués y la del conde de Santa Gadea, Martín Padilla y, de cómo hemos visto con anterioridad, ordenando la suspensión de las comunicaciones entre los puertos.

En un estado de armamentos como el que se llevaba en la península, las prevenciones ante los imprevistos estaban reguladas por un pensamiento naval. Así las comunicaciones entre Cádiz y Lisboa (y viceversa) se hacían con convoyes escoltados. Algo tácticamente y estratégicamente superior al pensamiento naval que pudiera evolucionar en el septentrión.
Veamos esto. Mucho antes del ataque de la flota inglesa, el 21 de marzo, se encontraba alistada en la bahía de Cádiz una flota mercante de 21 navíos con destino a Lisboa. Llevaba bastimentos para la armada que se juntaba y eran naves pequeñas, en su mayoría carabelas, algún escorchapín y chalupa e irían escoltados por cuatro pataches de guerra, de los que habían venido del norte con la armada de Hurtado de Mendoza.
Toda esta agrupación navegaría en conserva de estas unidades al mando del capitán Luis Rodríguez y entre todos transportarían en torno a 1.305 quintales de bizcocho, 501 pipas, 16.054 fanegas de trigo y “seis mil trescientos y cincuenta clavos estoperoles, y mil y novecientas y cuarenta gavillas, y quinientos y setenta y cuatro clavos de diferentes suertes.” (16)

A su vez, y en las mismas fechas, en contramarcha salía de Lisboa Recalde con su escuadra reducida a 4 naos y 2 pataches en misión de descubierta y limpieza de piratas de las aguas del cabo San Vicente.
Aprovechando esta situación se enviaba al alférez Esteban Ochoa con seis pataches y siete zabras en lastre para remontar el Guadalquivir y aprovisionarse en Sevilla. Estas naves irían en conserva, es decir escoltadas por la escuadra de Recalde.
Por cierto, en la navegación dos pataches de Ochoa se alejaron del convoy y fueron acometidos por un corsario francés, el cual los cañonearía hasta que fueron rescatados, algo que provocaría un buen tirón de orejas al Marqués de Santa Cruz por parte del Rey.

Tácitamente recordaba que:
“advirtiéseleis para de aquí adelante, de la manera que se han de gobernar y que anden con recato, pues siendo navíos de tan poca fuerza podría fácilmente suceder alguna desgracia, y que en las ocasiones semejantes que se ofrecieren vayan más número dellos.” (17)
Estas naves retornarían a Lisboa en el gran convoy que partiría el 7 de julio al mando de Martín Padilla, conde de Santa Gadea, y escoltado por la Escuadra de Galeras de España.
Esta forma de proceder en el pensamiento naval español echa por tierra la afectación de Drake sobre los aprestos navales.
Lo destruido por los ingleses en cabo de San Vicente, no fue más que mercadería de cabotaje de escasa cuantía de mercaderes locales y pescadores.
Todo lo de valor para la armada de Lisboa se hacía mediante el mecanismo de los convoyes, lo que justifica que en los documentos de contaduría y proveeduría no quede rastro ni vestigio de los expoliado en esta área y sí de lo obrado en Cádiz.
Entonces, ¿faltaron pipas?
La pipa estaba en el orden cotidiano de cualquier acto logístico. Debe pensarse en lo siguiente, todas las naves, independiente del tamaño, tenían una dotación de pipas base.
Además, en esos momentos el esfuerzo naval hispano era enorme, no solo se mantenían las rutas orgánicas del Mediterráneo con sus diferentes escuadras de galeras, las cuales estaban dotadas de pipas, sino que a esto había que sumar la reunión de Armada en Lisboa, la formación de la Flota de Indias de este año 1587 y el sostenimiento de la Escuadra de Galeras de España que daba protección a todos los movimientos navales en el golfo de las Yeguas (gofo que separa la península de Canarias) y parte del mar de Alborán.

Así pues, no es de extrañar que el número de pipas fuera una preocupación constante a nivel de estado.
Un mes antes del ataque de Drake a Cádiz, el duque de Medina Sidonia manifestaba su preocupación por la falta de pipas y aros para poder dotar la flota de Indias de este año.
Si bien era conocedor de la especulación de la suspensión de esa salida, también trasladaba a Antonio de Guevara que entonces serían más factible los aprestos navales para la armada de Lisboa.
Este problema no solo ocurría en Cádiz. También Francisco Duarte, proveedor en Lisboa, andaba a la busca y captura del preciado recipiente. Quince días antes de la aparición de Drake, en concreto el 14 de abril, Antonio de Guevara manifestaba que no había suficientes pipas pero que entraban en proceso de fabricación.
El 8 de mayo el Rey escribía a Francisco Duarte (Lisboa) haciéndole notar la falta de pipas en Andalucía y que socorriese a Antonio de Guevara con el envío de unas cuatro mil, tanto montadas como los elementos de motar (duelas y aros), haciendo constar que se enviase mediante un convoy. (18)

Nótese que la fecha de la instrucción es anterior a la toma del cabo de San Vicente. Es más, a 23 de mayo una vez conocidos los acontecimientos del sur de Portugal y que ya se habían dado las órdenes pertinentes de suspensión del tráfico marítimo, las
“4.000 pipas, las dos mil dellas abatidas y las otras 2 mil levantadas”, se retrasarían en el envío por “tener avisos que andaba por el cabo de San Vicente la armada inglesa”.
Así pues, Antonio de Guevara debería agudizar el ingenio para no retrasar los aprestos de Cádiz. (19)
La evidencia es clara, Drake no pudo tomar ese formidable número de duelas, aros y pipas, puesto que no se enviaron.
Para primeros de junio el duque de Medina Sidonia tenía en fase final de alistamiento las 15 naos retraídas de las flotas de Indias más 22 urcas, así como las seis naves llegadas de Sicilia y de un momento a otro se esperaban las cuatro galeazas y dos carracas procedentes de Nápoles.
Precisamente, en esta impresionante agrupación se habían embarcado 9.000 pipas procedentes de Jerez y aún restaban por llegar otros 2.000 que salían el 7 de junio con destino a la bahía (20), en total 11.000 unidades.

Cuando el 11 de julio la potente armada compuesta por 81 unidades da a la vela en el golfo de Cádiz con ruta a Lisboa en las entrañas de las naves de trasporte (21) se depositan 10.632 pipas de 27,5 arrobas de vino cada una, 385 de vinagre de 29 arrobas y 1.633 de aguada, una cantidad total que superaba en 1.650 las que Antonio de Guevara tenía acopiadas en Jerez, un mes antes de la partida de esta armada.
Conclusiones
El ataque de Drake a Cádiz había sido un alfilerazo para el potencial naval y capacidad productiva de las coronas hispanas.
Los sucesos del cabo de San Vicente son apenas una raya en el agua para las necesidades logísticas de la Armada.
Lo de la carraca San Felipe un expolio que no sacaba de rico al Imperio pero que sí enriquecía las arcas de muchos villanos londinenses.
La acción de Drake en el cabo de San Vicente no fue decisiva para el retraso de la armada. Este se produjo, si bien venia inducido por otros motivos con cierta influencia, no de la presencia, sino de los posibles actos hostiles que la flota inglesa cometiese contra la Flota de Indias.

Notas
1 Sale de Plymouth con 25 naves pero en el camino apresa varias que incorpora a su flota.
2 Página 89.
3 La cantidad correcta es 172.100 ducados.
4 Página 203.
5 Francis Drake: el pirata de la reina. Editorial Ariel, 2002.
6 State Papers, Domestic CCI.33.
7 State Papers, Domestic CCI.34. También en escrito a Francis Walsyngham.
8 State Papers, Domestic CCII.14
9 Consúltese “La Invencible y su leyenda negra. Del fracaso inglés en la derrota de la Armada española”. Gómez Beltrán, Antonio Luis. ARIN EDICIONES 2013.
10 Julian S. Corbett: Papers Relating to the Navy during the Spanish War 1585-1587 (Londres, 1898).
11 Consúltese: Islas Terceiras. La Batalla Naval de San Miguel. Gómez Beltrán, Antonio Luis. Ediciones Salamina.
12 La de Lisboa.
13 Archivo General Simancas, Guerra Antigua., Sección Mar y Tierra, Legajos. 197-73.
14 Archivo General Simancas, Guerra Antigua., Sección Mar y Tierra, Legajos. 205-334.
15 Archivo General Simancas, Guerra Antigua., Sección Mar y Tierra, Legajos. 206-23.
16 Archivo General Simancas, Guerra Antigua., Sección Mar y Tierra, Legajos. 206-9.
17 Archivo General Simancas, Guerra Antigua., Sección Mar y Tierra, Legajos. 198-96
18 29 urcas, 15 naos y 13 navíos menores.
19 Archivo General Simancas, Guerra Antigua., Sección Mar y Tierra, Legajos. 106-373. Con anterioridad el 23 de mayo le había dados órdenes de salir en busca de la flota inglesa según los avisos y consideración de lo que sucediese en el sur de Portugal.
20 Museo Naval, manuscrito 496.
21 State Papers, Domestic, CC. 47
Más información sobre el autor en su web laarmadainvencible.es

