Se atribuye a William Cecil (1520-1598), Barón de Burghley, consejero y mano derecha de Isabel I, el mofarse de la Armada Española con dicho término en un tratado propagandístico.
La “Copia de una carta mandada desde Inglaterra a don Bernandino de Mendoza, embajador en Francia del Rey de España, declarando el estado de Inglaterra contrariamente a la opinión de don Bernandino y todos los demás partidarios de los españoles”, publicada en septiembre de 1588, poco después del paso de la flota española por el Canal, ha sido para la historiografía, el motivo injustificado de esa acusación.
En realidad, este panfleto no es más que la respuesta a otro, publicado en Amberes y distribuido en Inglaterra en junio de 1588, llamado “Una advertencia a la nobleza y al pueblo de Inglaterra e Irlanda sobre las guerras actuales, hecha para la ejecución de la sentencia de su Santidad por el alto y poderoso Rey Católico de España” y escrita por el cardenal católico William Allen, en el que se llamaba a la sublevación de la nobleza católica contra Isabel I.
Esta guerra propagandística, utilizada por españoles, holandeses, franceses, italianos e ingleses, en formato de pequeños cuadernos impresos y de escasa distribución, se mantuvo desde la organización de la armada hasta meses después de los sucesos acontecidos en el verano de 1588. Sin embargo, esta batalla panfletaria ha lastrado la verdadera historia de la denominación de “Armada Invencible”, durante más de 400 años y, de una manera notable, en la historiografía y cultura española.
La «Copia de una carta»
“La copia de una carta”, escrita por Burghley y publicada a finales de septiembre de 1588, simula ser la carta de un clérigo católico inglés al embajador de España en París y tuvo en realidad tres borradores distintos.
El primero de ellos, escrito sobre el 25 de agosto, aparentaba ser una respuesta directa a los ataques del cardenal católico William Allen (Alano para los españoles) proclamando la unidad de todos los ingleses, católicos y protestantes, ante la amenaza de una invasión.
En el segundo, escrito alrededor del 10 de septiembre, reflejando el miedo ante un posible cambio de viento favorable a la Armada Española que le permitiese retomar sus planes, Burghley exagera el plan de preparación y fortaleza de las defensas de Inglaterra (y particularmente de su fuerza naval) con el objetivo de que, una vez publicada, desanimase a los españoles de intentar de nuevo su misión.
En el tercero, y con la Armada Española ya de regreso a sus puertos de origen, sus miras se dirigen a desacreditar al embajador español en París, don Bernandino de Mendoza, que permanecía ocupado intentando reunir las fuerzas de la Liga Santa contra el rey Enrique III de Francia.
Las burlas afiladas contra Mendoza reflejan una máxima preocupación de Burghley por la situación en Francia y, de hecho, “La copia de una carta” fue publicada antes en Francia que en Inglaterra.
Si el cardenal Allen había amenazado a los ingleses de librarlos del yugo de la herejía, falsificando incluso una bula papal en la que a él mismo se le nombraba cardenal de Inglaterra, Burghley defendía que esto no había hecho otra cosa más que encender los ánimos de los ingleses.
Frases como “Los españoles ni rompieron ningún mástil ni llevaron a ningún prisionero” o bien que “Cristo había mostrado ser luterano” forman parte del “desengaño” del supuesto escritor de “La copia de una carta” que nunca utiliza en la misma una actitud abiertamente hostil a los españoles, deseando incluso un feliz regreso a la Armada Española a sus puertos de origen.
Así mismo, en su texto (tanto en los borradores como en la edición impresa), se nombra, sin ningún énfasis especial, el término “invencible” refiriéndose a la Armada:
“La gran Armada de España estaba preparada para salir de Lisboa, y su fama en la Cristiandad era la de ser invencible y así se publicó en los libros”
También en este párrafo:
“de la costa del mar hasta Londres, donde han observado el país y la gente habla maravillosamente del mismo, contando la fama invencible, más allá de la traición de algún gran partido dentro del reino. Pero si todos estos discursos de los que se habla comúnmente de ellos proceden de sus corazones, o si hablan así para complacer a los ingleses, porque son bien utilizados por ellos.”
Además, referencia sobre el «castillo invencible» de la reina Isabel I:
“Gente afín a ella, que en verdad se ve ahora, por la gran prueba este año, estar en un fuerte infinito e invencible, así como algunos comienzan a decir, que este propósito por la violencia, por la sangre, por la matanza y por la conquista, no está de acuerdo con la doctrina de Cristo”
Cuando Burghley recibió las noticias del desastre de la Armada en Irlanda, alrededor del 20 de septiembre, decidió añadir a “La copia de una carta”, que permanecía todavía en la imprenta, una nota “del impresor al lector” (que sin duda escribió el mismo).
En esa nota se dan detalles de los barcos de la Armada perdidos por el temporal en Irlanda y de cómo el favor de Dios había favorecido a su reina. Incluye además, y copiados de los originales (al parecer literalmente), algunos interrogatorios hechos a algunos prisioneros de la Armada.
En realidad, en el texto ideado por Burghley, la mención que se hace de la Armada aclamada por la cristiandad como invencible (recordemos que la batalla de Lepanto se había producido tan sólo diecisiete años antes), es la única alusión que con ese apelativo se le hace.
El “éxito” del epíteto de Burghley (al menos en España, ya que no lo tuvo apenas en Inglaterra) podría considerarse más bien accidental. Es prácticamente imposible que él creyese que esa alusión fuese tomada literalmente (y mucho menos 400 años después).
Ahora bien, historiadores de la talla de Colin Martin y Geoffrey Parker en su magna obra “La Gran Armada” (título original “The Spanish Armada”) o Robert Hutchinson en su libro “La Armada Invencible” (de título original “The Spanish Armada”), Luis Gorrochategui en su excelente e imprescindible obra “Contra Armada”, o bien el autor de este artículo (antes de elaborar esta investigación), pusimos un énfasis especial en poner a “La copia de una carta” como origen de la burla que supone ese adjetivo a la Armada ya que todos nosotros, cuando nos referimos a la carta de Burghley, citamos que al final de “ La Carta” se incluye la frase:
“Así termina el relato de las desventuras de la Armada española que solían calificar de INVENCIBLES” (Enfatizando el término en mayúsculas)
Pues bien, esto es absolutamente falso ya que el original de la misma, publicada por J. Vautrollier a finales de septiembre de 1588 en Inglaterra no termina, de ningún modo, así.
La traducción italiana de «La copia de una carta»
Fue en la traducción italiana de “La copia de una carta” donde el toscano Petruccio Ubaldini, calígrafo e iluminador al servicio de Isabel I, incorporó frases y sentencias de su propia cosecha que no aparecían en el original inglés, como es esa frase final que los renombrados historiadores ingleses Colin y Parker atribuyeron, en 1988, al original de Burghley (desconocemos por qué) y que se ha mantenido falsamente, al menos durante los últimos treinta años, citada por otros historiadores.
Ubaldini se permitió en la traducción italiana “Commentario del successo dell ‘Armata Spagnola nell’ assalir l’Inghilterra l’anno 1588”, aparte de ese final que no aparece en la edición inglesa, este otro comentario inventado por él y añadido a la traducción italiana:
“Aunque ese nombre (el de invencible) solo se le permitió durante el poco tiempo que estuvo en el puerto de Lisboa, pues no pasó mucho tiempo antes de que lo perdiera por el desastre sufrido”
Así pues, tenemos a un italiano de la Toscana (y no a un inglés), enfatizando el apelativo de “invencible” con cierta sorna, algo que no hizo el denostado Burghley.
Fernández Duro, ya en su obra “Armada Española. Historia de la Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón” (1895-1903) habla de un posible origen italiano del término, pero errando en la fuente, ya que lo hace en la curia vaticana, atendiendo a lo escrito por John Barrow en 1843 en su “The Life, Voyages, and Exploits of Admiral Sir Francis Drake”.
Fernández Duro, a su vez, convencido de que el término “invencible” pudo utilizarse en el vulgo (algo que ni está demostrado ni tiene visos de ser verdad) y “con motivo de la expresión que el sarcasmo de los ingleses nos devuelve injustamente” tituló “La Armada Invencible”, su obra de referencia publicada en 1885, al igual que hizo Herrera Oria con «La Armada Invencible» publicada en 1929 haciendo ambos la mayor e importante difusión de este término, mantenido vivo hasta hoy en España.
“La bula papal”
Pero eso no es todo, sería también en septiembre de 1588, cuando aparece la impresión holandesa de una bula papal (esta vez real, no como la otra anteriormente falsa publicada por el cardenal católico Allen), donde se hace mención a la llamada «invencible» de la Armada Española.
Esta bula papal de Gregorio XIII y renovada por Sixto V, tenía como objeto únicamente declarar como cruzada la guerra de Felipe II contra los turcos.
Sin realmente nada que ver con el conflicto inglés y sin tratar ésta en ningún momento sobre la Armada Española de 1588, incluye en su portada un comentario en el que se dice haber sido descubierta en las manos de un tal “Armando el español, perteneciente a la armada invencible, como así la llaman” siendo este comentario obra del polémico y activista protestaste, Philiph de Marnix de Saint Aldegonge, que añade, también de su propia cosecha, cómo esta bula demostraba la licencia papal a España en su lucha contra los protestantes.
Agrega también una supuesta declaración encontrada en un barco español acerca de las indulgencias otorgadas por la Santa Inquisición en abril de 1588 y un prefacio también, a la manera de Burghley, acerca de los testimonios de algunos prisioneros españoles de la Armada Española.
Muy posiblemente, Saint Aldegonge fue uno de los traductores al neerlandés de la carta de Burghley e incluyó, basándose en el párrafo redactado por este último, el apelativo de «invencible».
La bula, traducida inmediatamente al inglés y publicada por John Wolfe a finales de 1588 copia, así mismo, este comentario: “Armada invencible (como así la llaman)”. Burghley recibiría una copia de esta publicación el 16 de octubre.
Las dudas surgen sobre el éxito o no de esa denominación de “Armada Invencible”. Un resultado que, a la vista de los hechos, no debería ser tal y como se ha magnificado en nuestro país. Si bien es cierto que pudo obtener cierta popularidad, es un término que cayó muy pronto en desuso en Inglaterra y que nuestros antepasados volvieron a “reflotar” en el siglo XIX.
Los libelos propagandísticos de esta época, aunque leídos por una élite cultural o política, no tenían una especial difusión. De hecho, sabemos que Saint Aldegonge ni siquiera fue capaz de obtener una copia de “Una advertencia a la nobleza” del cardenal Allen, por lo que tuvo que leerla prestada.
El nombre de «Armada Invencible»
Es más, el denominar “Invencible” a la Armada Española en el mundo anglosajón no ha sido, en absoluto, desde 1588 y hasta hoy la nota predominante, siendo el término “Spanish Armada” el mayormente utilizado. Sin embargo, en España se ha dado pábulo a esa creencia durante años.
Si bien existen grabados y poemas magnificando la “victoria” inglesa sobre la Armada Española de 1588 con la denominación de “Invincible Armada”, como la balada de Archie Armstrong de 1630:
“With many a fine Bravado, Their are they thought, but it prov’d not, Invincible Armado”
Lo cierto es que la cantidad de ellos que lo hacen refiriéndose a la misma con el término “Spanish Armada” e incluso simplemente “The Armada” es abrumadora. De hecho el término «Armada» aparece ya en Enciclopedia Larousse de la década de 1880 como acepción adoptada en toda Europa para designar a una gran fuerza naval.
Pero también el término “invencible” es usado, al menos, en un escrito muy poco posterior al desastre de la Armada Española de 1588.
Así lo hace el padre Pedro de Ribadeneira en su «Tratado de la tribulación» de 1589 y tan sólo unos meses después que Burghley:
«Una armada grande y poderosa, y que parecía invencible, aprestada para volver por la causa de Dios y su santa fe católica, y acompañada de tantas oraciones y plegarias y penitencias de sus fieles y siervos, se haya deshecho y perdido por una manera tan extraña que no se puede negar, sino que es azote y severo castigo de la mano del Muy Alto».
Con todos los datos anteriormente, creemos pues, que el término “Armada Invencible” si bien fue usado ocasionalmente en Inglaterra, cuando lo fuese, rara vez se hizo de una manera especialmente histriónica o denigrante
Han sido las generaciones de historiadores españoles los que han hablado de la Armada como Invencible, aclarando siempre que se trata de un término inglés para nuestro escarnio, lo que ha hecho tal mella en nosotros que ha acabado por convertirse en nuestra propia denominación.
Muletillas como “la mal llamada Armada Invencible” se han usado (y se usan) hasta la saciedad, mientras que se aclara siempre a su vez que en realidad su nombre fue “Gran Armada” o “Felicísima Armada” o “Gran y Felicísima Armada”, algo que, como veremos, tampoco es en absoluto cierto.
La Gran Armada, La Felicísima Armada, la Gran y Felicísima Armada, la Empresa de Inglaterra o La Armada Invencible.
En una ocasión, de cuantas que hubo, en la publicación hecha en Lisboa el 9 de mayo de 1588, acerca de relación de la gente embarcada en Lisboa, se la llamó «Felicísima Armada»; denominación que desaparece, por cierto, en la reedición de ese documento que se hace en Madrid ese mismo año. De hecho, el apelativo de “Felicísima” se empleó también para la una de las flotas de Don Álvaro de Bazán, por lo que ese nombre no es exclusivo de la Armada Española de 1588.
Existe también otro documento fechado el 5 de septiembre de 1588 en el que se le denomina «felice Armada en que yva por general el Duque de Medina, en la conquista de Inglaterra»
La denominación de “Gran Armada” tampoco es exclusiva de esta Armada. Felipe II habla en sus escritos de “una gruesa armada” o de “una gran armada” apelando exclusivamente a su tamaño y, en ningún caso es una denominación privativa a la Armada Española de 1588. Gran Armada es, además, un término que también fue utilizado por los ingleses en algunos grabados haciendo referencia a «The great Spanish Armada» (la enorme Armada Española).
El apelativo de “Gran y Felicísima Armada” no aparece en ningún documento original del periodo que hayamos podido encontrar haciendo alusión esta Armada, por lo que es prácticamente imposible que fuese llamada de esa manera.
La “empresa de Inglaterra” es un término utilizado en la época, al igual que cualquier otro operativo bélico emprendido, tal y como se refleja, por ejemplo, en “la empresa contra los turcos”. En realidad, “la empresa de Inglaterra” es una amalgama de acciones diplomáticas, logísticas y operacionales que tampoco hace una alusión intrínseca a la Armada, al igual que los términos “cuestión de Inglaterra” o “jornada de Inglaterra”, también utilizados en la época.
Ateniéndonos a los documentos originales, la Armada Española de 1588 es llamada “el armada” (casi siempre en masculino). En toda la correspondencia y documentos referidos a la Armada Española escritos tanto por Felipe II, el duque de Medina Sidonia, Recalde, Leyva y todos los participantes españoles en la contienda el nombre empleado es “el armada”.
La designación de “Armada Invencible” es sobre todo utilizada en España para referirse a esta Armada en particular y así la han llamado desde Cesáreo Fernández Duro, Carlos Gómez Centurión, Antonio Luis Gómez Beltrán en su magnífica obra “La Invencible y su leyenda negra”, Herrera Oria, el duque de Maura y muchos otros, algo que no debería sorprendernos ya que, en realidad, la Marina Real Inglesa no pudo derrotar a la Armada Española y esta regresó a España con un 75% de su fuerza operativa.
De hecho, el término “Armada Invencible” es el más usado en España (con abrumadora superioridad) para referirnos a la Armada de 1588. Los datos de las búsquedas de Google así lo demuestran. De los aproximadamente 9000 españoles, que buscan información sobre estos sucesos históricos, 8900 teclean la palabra “Armada Invencible” en la barra de su navegador y apenas 100 lo hacen por “Gran Armada”.
Particularmente interesante es el hecho que la mayor parte de la bibliografía inglesa se refiera a la Armada Española de 1588 como “Spanish Armada” mientras sus títulos son traducidos al español como “Armada Invencible”; así, en las obras de Hutchinson, Garret o Carrol, o como “Gran Armada” en el caso de las traducciones de Martin y Parker.
De las, aproximadamente, 20000 búsquedas mensuales que se realizan en Google desde el Reino Unido para informarse sobre este episodio histórico, apenas 50 de ellas se hacen tecleando en el buscador «invincible armada», siendo «spanish armada» la búsqueda que realiza el usuario y, por lo tanto, como él la llama.
Conclusiones
Con todos los datos expuestos anteriormente creemos pues que el término “Armada Invencible”, si bien fue usado ocasionalmente en Inglaterra, cuando se utilizó, rara vez se hizo de una manera especialmente histriónica o denigrante. Y si lo hizo ocasionalmente, su halo se perdió con el tiempo.
Este término, sin embargo, se hizo popular en España a partir del siglo XIX y se ha quedado con nosotros para llamarla así de manera absolutamente mayoritaria, mientras que los defensores de los términos “Grande y Felicísima Armada”, “Felicísima Armada” o “Gran Armada” lo hacen más bien con poco rigor.
Como solución, animo a todos aquellos a los que chirríe el término “Armada Invencible” a usar simplemente el de «Armada de 1588» o, aun mejor, «Real Armada y ejércitos de Su Majestad de 1588», apelativo que utilizó el duque de Medina Sidonia y que, además, no olvida a los tercios embarcados, los otros grandes protagonistas de esta historia.
Bibliografía
–«La Armada Invencible». Cesáreo Fernández Duro. Sucesores de Rivadeneyra. 1885
–«La Batalla del Mar Océano». José Ignacio González-Aller Hierro y otros. Ministerio de Defensa-Armada Española. 2014
–«La Gran Armada». Collin Martin y Geoffrey Parker. Alianza Editorial. 1988
–«Contra Armada». Luis Gorrochategui Santos. Ministerio de Defensa. 2011
–«La Invencible y su leyenda negra». Antonio Luis Gómez Beltrán. Arin 2013 Ediciones. 2013
–«Armada Española. Historia de la Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón». Sucesores de Rivadeneyra. 1903
–«Un imperio de mártires. Religión y poder en las fronteras de la Monarquía Hispánica», Ajejandro Cañeque. Marcial Pons Historia. Madrid. 2020
–«La Armada Invencible». Robert Hutchinson. Ed. Pasado y presente. 2013
–«Tratado de la Tribulación». Pedro de Ribadeneira. Ed. Imprenta y Fundición de M.Tello. 1877
–«Brags and boast». Propaganda in the year of the Armada. Bertrand T. Whitehead. Alan Sutton Publishing. 1994
– «Don Alonso Perez de Guzman el bueno duque de la ciudad de Medina Sidonia, conde de Niebla …, capitan general del Mar Oceano … y desta Real Armada y Exercito de su Magestad … Lo que ordeno y mando que hagan y cumplan los generales … y qualquier otra gente de guerra y mar que viniere en esta dicha Armada todo el tiempo que durare esta Iornada, es lo siguiente». Biblioteca digital del Congreso de los EEUU. Editor desconocido. 1588.
–«Bad queen bess? Libels, secrets histories and the politics of publicity in the reign of Queen Elisabeth I». Peter Lake. Oxford University Press. 2016
–«Armada Myths: The Phormative Phase». F. Fernández-Armesto. Spanish Armada Symposium. Támesis Books Limites. 1988
–«The copie of a letter sent out of England to Don Bernardin Mendoza ambassadour in France for the King of Spaine declaring the state of England, contrary to the opinion of Don Bernardin, and of all his partizans Spaniardes and other». Copia digital de la Biblioteca de la Universidad de Gante
–» The Impact of Lord Burghley and the Earl of Leicester’s Spanish-Speaking Secretariats». Hannah Leah Crummé. Sederi. 2011
–«Letter from a London Priest to the Spanish Ambassador at Paris». Reedición de «Copia de una carta». J.Millan. 1746
–Semrush. Herramienta de vigilancia competitiva de palabras clave en Internet. Boston, EEUU.
–Google Trends. Herramienta de tendencias en búsquedas por Internet. California, EEUU.
-Con nuestro agradecimiento a D. Miguel de Avendaño, del Real Instituto Elcano, por facilitarnos la cita de Pedro de Ribadeneira.
-Con nuestro agradecimiento especial a nuestro mentor y amigo, D. Antonio Luis Gómez Beltrán, autor de la imprescindible obra «La Invencible y su leyenda negra» por sus correcciones a este texto y su inestimable colaboración.
-Gracias, también, a Celia.
Agradezco al Señor D. Pedro Luis Chinchilla el envío de tan interesante y revelador artículo referente al origen de la denominación «Armada Invencible», a la vez que lo felicito por el aporte histórico-naval que ha llevado a cabo mediante la investigación en tan importantes repositorios documentales.
Reciba mi más cordial saludo.
Bernardo Lozier Almazán
Miembro Correspondiente de la Academia Nacional de la Historia
Buenos Aires, Argentina.
Estimado Sr. Lozier
Para un aficionado como yo, no sabe lo que implica un reconocimiento como el suyo y esas amables palabras que me dedica.
Me alegra mucho el ver que mi esfuerzo puede ser recompensado de esa manera.
Un abrazo desde este país hermano.
De otro aficionado, solo un lector, a la Historia, le felicito y doy las gracias por este trabajo. Para mí ha sido toda una decepción asistir a cómo la historiografía establecida, la historiografía española más reputada, el establishment académico, está siendo desnudada por aficionados, por no profesionales como Luis F. Fernández Montes (un diplomático), Roca Barea y Luis Gorrochategui (catedráticos de Secundaria, no de Universidad) o usted mismo, y también por profesionales foráneos, éstos sí, como Geoffrey Parker o el aficionado Martin, y también es, simétricamente, un íntimo tributo de admiración para con estos «aficionados» que demuestran que la sociedad civil española de la democracia está bien viva. Sí, no era Invencible, como nosotros nos dijimos e interiorizamos y los ingleses no nos dijeron, como usted demuestra con evidencias documentales, ni fué hundida en combate (los brulotes incendiarios ingleses tan solo la dispersaron, como supo uno con el libro de Parker). Y sí, era verdad, y no excusas, aquello de que fueron las tempestades y, sobre todo, la propia y enorme logística y envergadura -una Armada desde España y un Ejército a embarcar, desde Flandes- de semejante operación militar de invasión ¡en el siglo XVI, una locura; hoy alucinamos con el Desembarco de Normandía! lo que explica el fracaso. Historia.
A este aficionado se le despertó el gusanillo cuando oyó a Roca Barea decir que The Times editorializó en su momento que, en cualquier caso, no importaba lo que dijera Parker en su libro, porque el asunto de la Armada española era algo así como la forja de la Historia de Inglaterra.
Y fui a comprármelo corriendo. Y luego me compré, para el mayor de mis asombros, el «Contra Armada» de Gorrochategui.
Y hoy le leo a usted, en este desmontaje de antiguas, digamos, «fake news» a cargo de los «influencers» de cada época. Mi efusiva felicitación.
Estimado Enrique:
Para mi es una alegría enorme tu reconocimiento. No había pensado en tu punto de vista, en cuanto a que muchos aficionados y divulgadores estamos ayudando más a clarificar nuestro pasado que los propios académicos, y tengo que darte la razón. Ahí tienes también a Antonio Luis Gómez Beltrán (ingeniero) con su «La Invencible y su leyenda negra», por ejemplo.
En cualquier caso, siempre deberemos de agradecer la labor efectuada por Colin y Parker ya que, aunque con sus errores (nadie está libre de ellos) hicieron con su obra un nuevo renacer de la historia de la Armada.
Muchas gracias por tu felicitación que, sinceramente, me emociona. Un fuerte abrazo.
Pedro Luis Chinchilla
De un aficionado diletante:
Dos cosas me han quedado claras, 1º) el señor Chinchilla nos ha dejado sin nombre, ahora nadie sabe como llamarla, 2º) el pueblo español tiene una adición ancestral que yo creo que no superara nunca a la autoflagelación, al masoquismo, el único lugar donde ha cuajado la sátira, donde se ha asumido el escarnio de la Invencible es España, como la Leyenda Negra que muchos conciudadanos siguen cultivando con mimo, la riegan, la abonan, la adornan, siempre esta lozana y floreciente.
Yo la seguiré llamando la Gran Armada, por comodidad y por que no me gusta ir cambiando el nombre a las cosas, ya no tengo tiempo para acostumbrarme a algo nuevo.
Muchas gracias por su exhaustivo y detallado trabajo que ha buen seguro ha sido un gran esfuerzo.
De diletante nada. Muy divertido lo de dejarla sin nombre, querido amigo. Que conste que cada uno puede llamarla como mejor considere, que no he venido yo aquí a decir cómo hay que hacerlo.
Me alegra mucho que te haya gustado y que, al menos, haya hecho plantearte alguna cuestión. Un abrazo y gracias por ser tan fiel seguidor.
Estimado Pedro:
Hoy recoge el diario El País reseña del «Contra Armada» de Gorrochategui. https://elpais.com/babelia/2020-12-08/toda-la-verdad-sobre-la-armada-invencible.html
Recordemos que el magnífico libro fue publicado en español por el Ministerio de Defensa ¡en 2011!. Parece que el país (sic) avanza.
PD: qué gran satisfacción sentí al leer tu atenta respuesta. Gracias.
¡Hola Enrique! Un placer verte por aquí de nuevo y gracias a ti por comunicarte conmigo.
A pesar de tener la primera edición, estoy esperando recibir esta segunda de la Contra Armada. Luis Gorrochategui es buen amigo y siempre es un placer leerlo y hablar con él. Un abrazo y gracias por la reseña.
Magnífico artículo y una página imprescindible para todos los aficionados al tema.
Como recién llegado a este mundo de la «Invencible» yo he defendido la teoría de que se trataba de un término peyorativo y siempre me ha gustado llamarla «La Gran Armada»
A la vista de lo expuesto, debo replantearme la cuestión y le aseguro que su página será de visita obligada en mis estudios sobre el tema.
Un cordial saludo
Hola, Alfredo
Muchísimas gracias por tu comentario. La verdad es que siempre nos lo vendieron así.Espero que a partir de ahora desterremos esos falsos tópicos. Un abrazo.
Muy buen artículo, gracias por aportar esta valiosa información. Sabría usted decirme, ¿si existió otra armanda invencible dos siglos más tarde?
Muchas gracias por leernos, Lidia. No tengo conocimiento de ninguna armada denominada así en el siglo XVIII. Un cordial saludo.
Este blog me parece interesantísimo por su enfoque divulgativo manteniendo el rigor histórico. También por la selección de material gráfico que lo acompaña. Enhorabuena.
Sin embargo echo en falta algo que me parece importantísimo a la hora de citar sus artículos, una práctica que tenemos que esforzarnos por difundir: no consigo encontrar la fecha de publicación y revisión si se diera el caso. Creo que este pequeño detalle, tecnicamente sencillo, sería una gran mejora para que el blog fuera inmejorable.
Cordiales saludos.
Querida Montserrat:
Tienes absolutamente toda la razón. Añado, además, otro importante fallo: ¡hay muchos artículos que no citan su bibliografía!
Poco a poco iremos mejorándolo. Este blog empezó casi como una broma y hoy, que ya ha adquirido cierta relevancia, es necesario aplicarle algunos cambios (como el que tú bien indicas) y que haremos poco a poco.
Muchas gracias por tus palabras y por tu sugerencia.
Un fuerte abrazo.