La cadena de temporales que asaltó las islas británicas a partir del 12 de septiembre de 1588 serían la causa del naufragio en Irlanda de 25 de los navíos que componían la Armada Invencible, estando 13 de ellos localizados por la arqueología submarina.
Tres de éstos, el de La Lavia, Santa María de Visón y La Juliana, naufragados a la vez en la playa de Streedagh constituyen, junto al naufragio de la galeaza Girona en Lacada Point, la mayor tragedia en número de fallecidos en los naufragios de la Armada mandada por Felipe II para el derrocamiento de Isabel I de Inglaterra.
Los barcos naufragados
La Juliana
Componente de la Escuadra de Levante
Nombre original: Nave de Santa María, Santiago y Santa Clara
Origen: genovesa (según Hutchinson, Martin y Parker) napolitana (según Gómez Beltrán), catalana de Mataró (según Antoni Martí i Coll y Renato Gianni Ridella).
Peso: 860 toneladas
Tipo: nao mercante armada
Armas: 32
Gente embarcada en La Coruña el 15 de julio de 1588
Gente de mar: 65
Gente de Guerra: 347
Total: 412
En noviembre de 1586, la necesidad de reforzar la armada de Lisboa obliga al envío urgente a la península de infantería, gente de mar y artillería gruesa desde Sicilia.
Todo ello, a cargo del virrey conde de Alva de Liste, fue embarcado en La Juliana y otras 11 naves más que partieron de Palermo a principios de abril de 1587 con Diego de Pimentel y el tercio de Sicilia a bordo.
Tras hacer escala en Mahón y Alcudia, llegaron a Cartagena el 6 de mayo y el 15 de junio fondearon en Cádiz. Partió de Cádiz el 11 de julio, incorporándose a la armada del conde de Santa Gadea para fondear en Lisboa el 4 de agosto de 1587.
En La Juliana embarcaron 2 de los 12 cañones gruesos de batir, destinados a suplir la falta de este tipo de piezas en el ejército de invasión de Alejandro Farnesio. Esta artillería de batir estaba pensada para su uso en tierra, donde sería transportada por mulas.
En su viaje de vuelta a España, alrededor del 17 de septiembre y ante la muerte de Diego de Pimentel, el cargo de maestre del tercio de Sicilia recaerá en Diego Téllez Enriquez “El Corcovado” que se trasbordará desde el San Juan de Sicilia a La Juliana.
La Lavia
Almiranta de la Escuadra de Levante
Origen: veneciana
Peso: 728 toneladas
Tipo: nao mercante armada
Armas: 25
Gente embarcada en La Coruña el 15 de julio de 1588
Gente de mar: 71
Gente de Guerra: 231
Total: 302
Embargada el 16 de febrero de 1588 junto a la Regazona, a petición de Juan de Acuña se adquirió el estaño y el plomo que traía de Inglaterra con destino a las fundiciones de Lisboa.
A partir de ese momento se incorpora a la Escuadra de Levante del capitán Martín de Bertendona.
Hierónimo Lippomano, embajador de Venecia en España, apoyó las reclamaciones de los dueños de La Lavia después de su pérdida en Streedagh.
La Santa María de Visón
Componente de la Escuadra de Levante
Nombre original: Santa María de Gracia y Santa María de Visón (o Viscione)
Origen: napolitana (para Gómez Beltrán), ragusea (según Hutchinson, Martin y Parker y González-Aller)
Peso: 666 toneladas
Tipo: nao mercante armada
Armas: 18
Gente embarcada en La Coruña el 15 de julio de 1588
Gente de mar: 70
Gente de Guerra: 255
Total: 325
El conde de Miranda, virrey de Nápoles, se encargó del alistamiento de 4 galeazas y 2 naves, entre ellas la Santa María de Visón, que llevaba a bordo la infantería del maestre de campo Alonso de Luzón.
Del mando de estas 6 naves se encargó Juan de Acuña. Partieron de Nápoles el 6 de mayo de 1587 y tras hacer escala en Cerdeña, Formentera e Ibiza, llegaron a Cartagena el 29 y más tarde a Cádiz el 9 de julio.
Partió de Cádiz el 11 de julio, incorporándose a la armada del conde de Santa Gadea (al igual que La Juliana) para fondear en Lisboa el 4 de agosto de 1587.
El naufragio
En su periplo bordeando la costa irlandesa en su regreso a España y tras haberse batido con los ingleses por el Canal de la Mancha, estas tres naves de la escuadra de Levante se separaron del grueso de la Armada probablemente sobre el 2 de septiembre de 1588.
Aunque de manera intermitente fueron apareciendo a la vista del grupo de naves comandadas por el almirante Juan Martínez de Recalde, el día 7 de septiembre de 1588 el galeón San Juan dejó de tener cualquier contacto visual con ellas.
Hacia el 13 de septiembre las tres naves habrían sobrepasado Bloody Foreland y habrían entrado ya en la Bahía de Donegal para hacer reparaciones e intentar aprovisionarse.
El día 15 fondearon cerca de la playa de Streedagh, concretamente a “más de media legua de la tierra” (unos 3 kms. de distancia). En el intervalo de tiempo entre este día y el día de su naufragio poco pudieron hacer.
Aunque la intención primera era traspasar gente de La Juliana hacia las otras dos naos, ya que los daños de esta debían de ser muy importantes, la tormenta del día 20 fue tan fuerte que sus amarres no resistieron, embistiendo la playa y naufragando los tres mercantes armados.
Aunque la mayor parte de la historiografía (Martin y Parker, Hutchinson, Gómez Beltrán) consideran la fecha del naufragio el día 25 de septiembre, el único testimonio escrito proveniente de un superviviente que cite la fecha es el de Diego López, que lo sitúa el 20 de este mes.
Teniendo información de testigos directos e indirectos del naufragio podemos darnos cuenta de la magnitud del drama que se vivió en la playa de Streedagh.
Los testimonios del naufragio
Testimonios directos
El testimonio del capitán Francisco de Cuéllar
Francisco de Cuéllar, en su famosa carta escrita en Amberes el 4 de octubre de 1589 y dirigida a un personaje anónimo, nos dejó el testimonio más completo y desgarrador de estos naufragios. Los inútiles intentos para salvarse de muchos de aquellos náufragos, fueron observados por los irlandeses que esperaban en la orilla para aprovecharse con el saqueo de todo aquello aprovechable que el mar les devolviese: arcas, baúles, las pertenencias de los cadáveres y también la de los supervivientes, que fueron robados en la playa con violencia.
“que me puse en el alto de la popa de mi nao después de haberme encomendado á Dios y á nuestra Señora, y desde allí me puse á mirar tan grande espectáculo de tristeza; ahogarse muchos dentro de las naos, otros en echándose al agua irse al fondo sin tornar arriba; otros sobre balsas y barriles y caballeros sobre maderos; otros daban grandes voces en las naos llamando á Dios; echaban á la mar los capitanes sus cadenas y escudos; á otros arrebataban los mares y de dentro de las naos los llevaban; y como estaba bien mirando esta fiesta, no sabía qué hacerme ni qué medio tomar, porque no sé nadar y las mares y tormentas eran muy grandes, y por otra parte la tierra y marina llena de enemigos que andaban danzando y bailando de placer de nuestro mal”
Los irlandeses, al ver a Cuéllar ensangrentado (había sufrido un duro golpe en las piernas) y ya prácticamente desnudo por su lucha contra las olas, lo dejaron a su merced.
Esa misma noche, acurrucado entre la maleza junto a otro superviviente, tuvo la ayuda de unos irlandeses que, sin mediar palabra, cortaron juncos y heno para taparles. Su compañero amaneció muerto.
Cuéllar cuenta también como Don Diego Enríquez se refugió en la parte baja y cerrada de un bote del barco, junto a tres compañeros y 16.000 ducados en joyas y monedas, pero el bote volcó bajo el peso de más de setenta náufragos que intentaron aferrarse, desesperados, al mismo.
Este bote llegó a la orilla volcado y permaneció allí, de esa manera, durante más de un día. Cuando los ladrones y merodeadores lo desguazaron, Don Diego permanecía aún vivo y expiró en ese momento. Sus otros tres ocupantes ya habían muerto y los irlandeses obtuvieron un inmenso botín.
Al día siguiente se produjo el famoso episodio en el que, buscando refugio en una abadía, la encontró destruida y con doce de sus compañeros ahorcados.
“y venido el dia empecé á andar poco á poco en busca de un monasterio de monjes para me reparar en él como pudiese, al cual llegué con harta tribulación y pena, y le hallé despoblado y la iglesia y santos quemados, y todo destruido, y doce españoles ahorcados dentro de la iglesia”
Cuéllar habla de más de 2000 irlandeses e ingleses los que acudieron a la playa de Streedagh a saquear los restos de los tres naufragios, mientras que él comenzaba su increíble periplo que lo llevaría a recorrer el noroeste de Irlanda hasta poder embarcar hacia Escocia y de allí a Flandes.
El testimonio de Manuel Orlando y Vicencio de Joan Bartoli
El capitán de La Lavia, el veneciano Manuel Orlando, y el capitán del Santa María de Visón, el también veneciano Vicencio de Joan Bartoli, ambos supervivientes de los naufragios de Streedagh lograron llegar a Lisboa el 17 de mayo de 1589, ocho meses después de aquella tragedia.
Fue en mayo de 1589, precisamente, cuando el Gobierno de Isabel I aceptó que el duque de Parma rescatara a 500 presos, previo pago de un precio de 10 libras por cabeza (en el caso de simples soldados o marineros) o de hasta 1.650 libras para la “gente principal”.
El capitán de la Santa María de Visón se rescató (según él mismo) por 600 ducados.
Ambos supervivientes partieron desde Londres (donde habían permanecido presos) para embarcarse en Dover, donde fueron entregados a un galeón veneciano que debía traerlos a la península.
Su testimonio, una declaración informativa sobre los movimientos de la Marina Inglesa y sus posibles planes y capacidades para desarrollar un ataque en España no desvela, lamentablemente, detalles de lo sucedido durante los naufragios, aunque supone el poner nombre y apellidos a otros dos supervivientes de los naufragios de Streedagh.
El testimonio de Diego López
El 10 de noviembre de 1589, Diego López, soldado de infantería de la compañía de Ortiz de Zárate y embarcado en La Lavia, da el testimonio de su naufragio en la casa del bosque de las Rocinas, propiedad de Medina Sidonia, actualmente conocida como el Palacio de Doñana y situado en ese Parque Nacional.
Con anotaciones del propio duque al margen de su testimonio, Diego López narra el naufragio de La Lavia y sus vicisitudes posteriores hasta su llegada a España.
Narra como La Lavia entró forzosamente a la cala de “Eslinga” (Sligo) junto a La Juliana y Santa María de Visón y que:
Así pues, otro testigo directo habla de una posible cantidad de supervivientes iniciales de 300 hombres.
Diego López atravesó el noroeste de Irlanda hasta llegar a Escocia
De Escocia pasó a Le Havre, donde el gobernador le proporcionó un pasaje para una nave con destino a Sanlúcar de Barrameda cargada de lienzos y maderas.
En su periplo hacia España, y sobre el Cabo de San Vicente, la nave de carga y otra que le acompañaba fueron cañoneadas y abordadas por cuatro navíos ingleses, que robaron toda la mercancía.
Los tripulantes de su embarcación fueron repartidos entre los barcos ingleses y los del otro abandonados a su suerte con el barco maltrecho al haber intentado huir.
Como rehén en este barco inglés, un galeón (según él) de casi 1000 toneladas y de más de 60 piezas de bronce, fue más tarde llevado a tierra mediante una pequeña lancha y liberado.
Testimonios indirectos
El testimonio de Marolín de Juan
Según Marolín de Juan, piloto general de Armada Real, en carta desde Le Havre a Bernandino de Mendoza del 27 de diciembre de 1588 y aunque no nombra a la Santa María de Visón ni a La Lavia narra que:
Otros testimonios
Otras fuentes, como el testimonio de un capitán de infantería embarcado en la Barca de Hamburgo efectuada el 17 de febrero de 1589 y que se adjuntó en carta del duque de Parma a Felipe II, revela de los náufragos de Streedagh al llegar a la playa:
Las bajas de los naufragios de Streedagh
A la hora de contabilizar las bajas sufridas en los naufragios de La Juliana, Lavia y Santa María de Visón, debemos de tener en cuenta estos testimonios, que junto a los datos conservados acerca de la dotación de los barcos, podrán hacernos idea de la magnitud de la tragedia.
La escuadra de Levante en cifras
La escuadra de Levante, a la que pertenecían La Juliana, Lavia y Santa María de Visón, fue, sin lugar a dudas, la más castigada de todas las escuadras de la Armada, habiendo fallecido o desaparecido casi el 80% de la misma entre los enfrentamientos del Canal y los naufragios en Irlanda.
Apenas 800 hombres de los más de 3500 que la componían sobrevivieron a la campaña y solo 2 de los 10 barcos que la componían regresaron a España.
A la salida de Lisboa
Aunque en los datos recogidos en Lisboa y más tarde en La Coruña, antes de su partida definitiva hacia el Canal son bastante exactos en lo referente a la marinería y tropa, no lo son en lo referente a generales, ministros o aventureros embarcados.
En cualquier caso, los datos reflejados en muestran las siguientes cifras.
En La Juliana 395 hombres, en La Lavia 274, y en Santa María de Visón 307. Es decir, un total de 976 hombres a los que sumar la plana mayor no contabilizada a la salida de Lisboa (estos datos variarán mínimamente a su salida de La Coruña hasta los 1039 hombres)
Si el número de generales o ministros no contabilizado suponía, según González Aller-Hierro y los demás autores de “La batalla del Mar Océano” alrededor de un 5% y aplicamos ese mismo porcentaje a los 976 hombres contabilizados obtendríamos un total de 1025 hombres embarcados en Lisboa en estas tres naves el 9 de mayo de 1588.
A la salida de La Coruña
Tras el periplo de la Armada desde Lisboa a La Coruña, donde llegaron alrededor de 2000 enfermos entre la tripulación, la atención recibida en el hospital habilitado para tal fin y en el que se atendió a los 500 más graves, logró que la mortalidad fuese muy escasa y que la mayor parte de ellos se restablecieran.
Para reponer a aquellos enfermos que no se repusieron de la enfermedad, alrededor de 390, se decidió embarcar a dos compañías de 200 hombres que permanecían en guarnición en esa ciudad, por lo que el número de componentes de la Armada a su salida de La Coruña permanecería prácticamente invariable.
Las cifras a la salida del Canal de la Mancha
En las escaramuzas y combates con los ingleses en las cercanías de Plymouth, Portland Bill, St. Aldelm, Isla de Wight, Calais y Gravelinas provocaron alrededor de unos 970 muertos y unos 990 heridos.
Si tomamos como bajas únicamente los fallecidos en combate, y descontamos los producidos por el estallido (fortuito o intencionado) del San Salvador (unos 200 hombres) las bajas en combate supondrían un 2,7% del total de la gente embarcada.
Debemos de suponer que tanto La Juliana, La Lavia y Santa María de Visón debieron tener también una disminución en cierta manera similar entre sus efectivos por los combates del Canal.
Así pues, si aplicásemos esa misma proporción a las dotaciones de los tres mercantes armados deberíamos concluir que en su dotación, cuando enfrentaron su regreso a España debería ser de unos 1 010 hombres, si no menos, ya que cabría esperar el fallecimiento de algunos de los heridos al igual que otros por hambre y sed.
Al respecto del problema de la escasez de víveres y de agua, tenemos las declaraciones de un marinero portugués del San Juan del almirante Recalde, apresado por los ingleses en una misión de reconocimiento que declara que:
Si la situación era igual, si no peor, en las tres naves naufragadas en Streedagh, podemos concluir que el número de hombres a bordo no llegaría a los 1000 hombres.
Desconocemos si en su navegación a través de la costa irlandesa tuvieron ocasión de rescatar a otros náufragos, situación que no fue del todo anómala entre los barcos de la Armada en su regreso a España. Sin embargo, no existe ninguna evidencia al respecto en los testimonios directos conocidos, por lo que deberíamos suponer que esto no sucedió y mucho menos en una cantidad de más de 300 hombres.
Total de hombres en el momento del naufragio
Así pues, si consideramos las cifras anteriores, las tripulaciones de La Lavia, La Juliana y Santa María de Visón contabilizarían un total de un máximo de 1000 hombres, aunque con mucha probabilidad fuesen decenas menos.
Sin embargo, los dos testimonios escritos en los que se cita la cantidad de hombres naufragados hablan de 1300 hombres.
Así la aportada por el superviviente Diego López en su declaración:
Y en la narración escrita por el capitán Francisco de Cuéllar:
Sin embargo, como hemos visto, la cifra de embarcados en las tres naves nunca debió de superar en mucho los 1000 efectivos en el más optimista de los casos y difícilmente hubiese llegado a 1300 salvo que hubiesen recogido a una ingente cantidad de náufragos, extremo este que parece descartado.
Los supervivientes
Según Francisco de Cuéllar
Cuéllar hablando de los supervivientes dice que “no escaparon 300 hombres” y al día siguiente contabiliza más de 600 cadáveres en la playa de Streedagh.
Sin embargo, en su mismo escrito, cita en otra ocasión un número superior a 300.
Estos supervivientes, sin embargo, según su testimonio muy pronto se verían mermados en número.
De hecho, él mismo es testigo de cómo llegando a un monasterio abandonado (bien Staad Abbey o Alamish Church, ambos cerca del lugar de los naufragios) descubre los cuerpos de doce compañeros ahorcados.
También conocemos por su carta que en su encuentro con otros tres náufragos, un alférez y dos soldados, de un grupo de once (del que ocho habían sido asesinados), Cuéllar es informado de que los ingleses de la guarnición inglesa de Sligo, al mando de George Bingham, ya había asesinado a más de cien de supervivientes.
Así pues, sabemos que el número de supervivientes, en el caso de ser alrededor de trescientos, fue mermado en unas horas en más de un tercio de su número, merma que con toda seguridad se iría incrementando considerablemente entre esos hombres heridos, hambrientos, desnudos, helados de frío y perseguidos tanto por algunos irlandeses como por las tropas británicas de la Isla.
Encontramos, no obstante, a algunos de ellos durante la penosa huida de Cuéllar buscando su propia supervivencia.
El tránsito a pie de náufragos de la Armada por la costa oeste irlandesa fue frecuente y los encuentros se sucedieron, bien en su huida por los caminos, bien en los pequeños grupos que habían sido acogidos por la nobleza católica irlandesa como los O’Rourke o los Mc Clancy.
Así, cuando es liberado por un grupo de hombres mandados por M’Glannadie de un herrero que lo mantuvo retenido, dice que este noble irlandés mandó para su liberación:
También en el castillo de O’Rourke debieron refugiarse algunos, desconociendo cuantos de estos españoles que encontró Cuéllar fueron supervivientes de los naufragios de La Juliana, La Lavia y Santa María de Visón.
Así pues, ateniéndonos a los datos proporcionados por Cuéllar es muy difícil saber cuantos supervivientes del triple naufragio consiguieron sobrevivir, aunque una cifra estimada debería de rondar sobre los 150-180 hombres como mucho y esto siendo muy optimistas.
Según otras fuentes
No deberían ser tantos según otras fuentes consultadas. Así, según carta del 11 de octubre de 1588 de Richard Bingham a Walsingham, en los 13 navíos perdidos en Irlanda, contando los naufragios de la Lavia, Juliana y Santa María de Visón, de entre los 6000 y 7000 hombres que naufragaron, 1000 escaparon a tierra
También Robert Hutchinson, en su obra “La Armada Invencible”, habla de tres centenares de supervivientes que fueron asesinados por los soldados de Bingham.
Según Marolín de Juan, piloto general de Armada Real, en carta desde Le Havre a Bernandino de Mendoza del 27 de diciembre de 1588 y aunque no nombra a la Santa María de Visón ni a La Lavia narra que:
Otras fuentes, como el testimonio de un capitán de infantería embarcado en la Barca de Hamburgo efectuada el 17 de febrero de 1589 y que se adjuntó en carta del duque de Parma a Felipe II, revela que de los naufragios de Streedagh:
Ateniéndonos a todos estos datos, lo cierto es que solo podemos constatar el regreso de cinco supervivientes de los naufragios a la península: el capitán Francisco de Cuéllar, el capitán Manuel Orlando, el capitán Joan Bartoli, el soldado de infantería Diego López y un cirujano de Barcelona que viajaba en La Juliana y que regresó a Bayona desde Waterford en marzo de 1589.
Otro superviviente decidió, sin embargo, quedarse en Irlanda al servicio de su salvador Hugh O’Neill (también conocido como el Gran Conde). Se trataba de Pedro Blanco, superviviente de La Juliana que, al parecer, decidió quedarse a vivir hasta su muerte en Irlanda.
El resto de supervivientes, si los hubo, rondarían entre los 100 y 180 hombres que se tendrían que enfrentar, sin medios, a la implacable persecución inglesa promovida por Fitzwilliam, lo que deja poco espacio para la esperanza.
Las cifras finales
Atendiendo a todo lo expuesto anteriormente, podemos concluir que, si bien es muy difícil dar unos números fiables, las cifras de fallecidos y supervivientes sería aproximadamente la que sigue:
-Fallecidos en los naufragios: de 700 a 1000
-Supervivientes asesinados en tierra: de 100 a 300
-Supervivientes regresados: 5
-Supervivientes residentes en Irlanda: 1
El impacto de estos naufragios fue enorme y las noticias de su tragedia tuvieron que causar un hondo impacto en la sociedad. En algunos casos desaparecieron líneas dinásticas completas, como en el caso de Martín de Aranda (el benefactor de Cuéllar) que falleció junto a sus nueve primos en Streedagh.
El legado de los naufragios de Streedagh
La historia de este triple naufragio ha sido, afortunadamente, recuperada gracias a la arqueología y difundida especialmente por la asociación irlandesa Spanish Armada Ireland de Grange (Sligo).
En la arqueología
El sitio de los tres naufragios fue ubicado en 1985 por un grupo de arqueólogos ingleses liderados por Stephen Birch y supervisados por el Doctor Colin Martin.
En esas excavaciones fueron rescatados varios objetos pertenecientes a los pecios, entre ellos tres cañones que se encuentran en el Museo Nacional de Dublín.
La Unidad de Arqueología Subacuática del Departamento de Artes, Patrimonio y Gaeltacht, ha monitorizado el sitio de los naufragios desde 1980 y realiza prospecciones periódicas para comprobar el estado de los restos.
En 2015, tras una fuerte tormenta, restos de madera fueron arrastrados hasta la playa de Streedagh y una prospección de urgencia llevó al descubrimiento de nueve cañones y otros restos que se encuentran en la actualidad en proceso de conservación en el Museo Nacional gracias al trabajo, entre otros, de Karl Brady, Connie Kelleher y Fionnbarr Moore.
La Spanish Armada y su centro de interpretación
Con el esfuerzo entusiasta de algunos de los habitantes de Grange, la pequeña localidad aledaña a la playa de Streedagh, se ha fomentado la divulgación y el recuerdo a esta tragedia marítima desde 1988.
Bajo sus auspicios se construyó un monumento a las victimas en 1988 y se comenzó a trazar la que sería la ruta seguida por Francisco de Cuéllar desde su naufragio.
Los esfuerzos de la Spanish Armada Ireland dieron sus frutos en 2017 con la apertura del Centro Interpretativo de la Armada de Grange, desde el que se han coordinado multitud de eventos para el estudio y el recuerdo de estos acontecimientos hasta nuestros días.
La ruta de Cuéllar
Señalizada en parte y a falta de ser completada, la Ruta de Cuéllar permitirá, favoreciendo un turismo sostenible y de calidad, la difusión del legado de la Armada en Irlanda mediante este recorrido cultural por el oeste y el norte de Irlanda, siguiendo las huellas del más famoso de sus náufragos.
El estreno en 2020 del magnífico documental producido por la Spanish Armada Ireland acerca del periplo del capitán Cuéllar tras su naufragio en Streedagh, y protagonizada por el actor español Fernando Corral, apoya de manera audiovisual este increíble legado que dejó la Armada Española en Irlanda.
Bibliografía
-«La Batalla del Mar Océano». José Ignacio González-Aller, Marcelino de Dueñas, Jorge Calvar y Mª del Campo Mérida. Ministerio de Defensa-Armada Española, 2014.
-«La Invencible y su leyenda negra». Antonio Luis Gómez Beltrán. Arin 2013 ediciones, 2013.
-«La Gran Armada». Collin Martin y Geoffrey Parker. Planeta, 2009.
-«La Armada Invencible». Cesáreo Fernández Duro. Est. Tipográfico de los sucesores de Rivadeneira, 1884.
-«La sanidad en la jornada de Inglaterra». Manuel Gracia Rivas. Editorial Naval, 1990.
-«Los náufragos de la Armada Invencible». Mariano González-Arnao. Rtve, 1988.
-«La Armada Invencible». Robert Hutchinson. Pasado y Presente, 2013.
-Web de la National Monuments Service de Irlanda.
La Juliana was not Sicilian but Catalan from Mataró.
Thank you so much for your clarification, Reanato. Thank you for read us.
Magnífico reportaje. Lo enlazo en mi blogo para divulgación. Las fotos y el dibujo de La Juliana son de órdago. ¡Enhorabuena por el trabajo!
Muchas gracias, Carmen. Me alegra que te haya gustado. Un abrazo.
El día que visite la playa , la calma era absoluta y sin embargo me embargó un sentimiento de enorme tristeza .
El entorno es absolutamente sobrecogedor. Es uno de los paisajes más bonitos y emocionantes que he visto. Un cordial saludo, Paco y gracias por leernos.
Es la segunda vez que lo leo y me sigue atrayendo su lectura.
Gracias Pedro .
Muchas gracias, José Miguel. Comentarios así animan a continuar nuestra labor. Un abrazo y feliz año nuevo.
Buenísimo y conmovedor,me pregunto si es posible ver algún pecio desde la playa dependiendo la marea;me encantaría visitar ese lugar y honrrar a esos hombres que allí descansan sus almas.
¡Hola, Regino! Es imposible incluso sumergiéndote. A pesar de que están muy cerca de la línea de playa y a una profundidad escasa, los restos están cubiertos de arena y solo son devueltos a la vista bajo fuertes tormentas para ser cubiertos luego de nuevo de manera natural. Esto, lejos de ser malo, los protege.
Hay un naufragio de una barca de pesca del siglo XVIII que sí que es visible con la marea baja, pero no tiene ninguna relación con la Armada.
En cualquier caso, visitar el lugar es absolutamente sobrecogedor. No dejes de ir. Muchas gracias por leernos. Un abrazo.
Este Arnau de Palau era un antepasado mío de Mataró,su nave se llamaba La Juliana por ser la patrona de dicha ciudad,mi bisabuelo Manuel Borras de Palau,decano del Volehio de Notarios de Barcelona era descendiente directo de Arnau.Yo iré este verano a ver el sitio del naufragio.
Magnífico, Alberto. Efectivamente, La Juliana se llama así por la patrona de Mataró, de donde procedía. Un cordial saludo.